“Tengo miedo a equivocarme”, me decía A. Pasa horas al día dudando, temiendo, evitando, anticipando, sufriendo.
- No, no tienes miedo a equivocarte. ¿Qué pasa si te equivocas y cómo te haría sentir? Porque eso es lo que temes.
- Temo que se enfaden conmigo.
- ¿Qué temes si se enfadan contigo?
- Perder a esa persona.
- ¿Qué temes si pierdes a esa persona?
- Quedarme sola.
¿Ves lo que hace la mente?
Se va desde equivocarse al dar una opinión, por ejemplo, a la consecuencia última temida: aislamiento absoluto.
Expulsión de la tribu.
Duda ———> Aislamiento absoluto.
Duda ———> Aparición masiva de miedo.
En realidad, lo que está temiendo es sentir.
Sentir lo que, inconscientemente, anticipa que llegaría a sentir si su fantasía temida se hiciera realidad.
En su caso, sufrió en el colegio experiencias de rechazo.
Que en casa no gestionaron con acierto.
Ella estaba triste y asustada. Pero, en casa, no estaba bien visto sentir eso.
Algunas familias hacen como la Mafia.
Chantaje emocional.
Te hacen pagar un seguro de incendios en tu local y sabes que si no lo pagas, te lo van a incendiar. Crean un peligro que en realidad no existe.
No te dejan sentir X porque sino, te harán sentir X por 2.
¿Un lío?
Sí, un lío.
Cuando no nos han enseñado a regularnos emocionalmente, hacemos unos laberintos tan complejos para evitar sentir, que complicamos las emociones genuinas, montándonos unos líos y bloqueos dignos del mejor thriller psicológico.
Nuestros padres hicieron lo que pudieron, ahora nos toca a nosotros seguir aprendiendo.
Si quieres limpiar tu relación con las emociones, despejando la confusión, y perdiéndole el miedo a algo que nunca fue un peligro real, te animo a que experimentes nuestros sistemas.
Las emociones te caben de sobra, si comprendes lo que son.
Un abrazo,
– Rocío Lacasa