En el mundo de las relaciones tendemos a personalizar.
A perdernos en lo que llamamos el parloteo yo-mi yo-mi (está en los sistemas).
Y ese ombliguismo nos lleva a error.
Cada uno es el héroe de su película, y tú eres un mero actor.
Tú el héroe de la tuya, el resto meros actores.
Estás ayudando al otro a resolver sus retos. Y ellos a ti.
Maestros que llegan, y que, o se quedan o se van.
Maestros disfrazados de “cretinos”, de jefes autoritarios, de madres sobreprotectoras, de amigos egoístas, de parejas tóxicas, de personas maravillosas, de lo que sea.
A una mujer que no se atreve a poner límites, la vida le traerá abusadores.
No son psicópatas.
Son maestros. Sirvientes.
Hasta que ella no aprenda a ponerse firme, seguirá encontrando esa realidad. Si se encuentra a angelitos, no dará el salto cuántico que necesita, no conectará con su poder.
Obviamente puede parecer que hay un camino más fácil. A veces no. La vida nos lleva al límite que necesitamos para despertar.
….
Según escribo esto, me entero que ha fallecido el hijo de 6 años de una amiga.
Que le den a todo.
Nada importa.
Vive y agradece.
Pienso que, o conectamos con algo espiritual, soltando las leyes del hombre y acogiendo las leyes de la vida, tratando de dejar de controlar lo que no podemos controlar, agradeciendo cada suspiro, cada instante experimentado, o la vida se hace insoportable.
Recuerda que estamos de paso.
Mira más allá.
Un abrazo,
– Rocío Lacasa