Pues sí, a veces hay que tocar fondo para despertar.
Muchas personas me cuentan que su punto de inflexión fue tras un violento golpe que rompió sus límites.
Llámalo crisis, bofetada de realidad o noche oscura del alma.
Estar en el patrón es tan hipnótico que uno ni se da cuenta.
Hasta que la vida te coloca donde tienes que estar.
Bendita sea.
Un despido, una ruptura, una depresión, una enfermedad, una pérdida…
Un hecho con aspecto de “injusticia” o “desgracia” que, mejor visto, es un oportuno despertador.
El dolor es tal que uno abre los ojos y se da cuenta de que es hora de cambiar.
Se propone retos, restablece prioridades, recuerda lo realmente importante.
Se dice “¡hasta aquí!”
Bien, estas experiencias pueden suponer una mutación de conciencia.
Pero ojo.
La mutación puede perdurar en el tiempo.
O ser una anécdota más que se pierde en el baúl de los recuerdos.
Es decir…
… tras despertar, toca mantenerse despierto.
Porque el patrón es el patrón.
Es fácil desviarse y volver a lo de siempre. Y a dormirse en los laureles.
Tan cómodo… tan conveniente… tan familiar… tan sistémico…
Por eso, cada día es interesante parar y recordar las 4 verdades básicas que aprendiste y te ayudaron a conectar con esa paz que sentiste, aunque fuera por unos instantes.
La capacidad de sentir paz está ahí, siempre, más o menos nublada por ciertos malentendidos en los que, como humanos, solemos caer.
¡Despierta cada mañana!
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