Voy siguiendo el recorrido mental que hace mi cliente.
Me dice, “es que me invadían pensamientos de que mi compañero era más listo que yo, que yo soy más tonto, y me angustiaba mucho”.
“¿Y qué hacías?”
“Decirme que sólo eran pensamientos, que yo también soy listo, pero tengo la autoestima baja…”
Y seguía construyendo narrativas de comparación para demostrarse que no era “más tonto”.
Perdido en la burbuja del parloteo.
“Ok, muy bien. Pero recuerda. No se trata de calmarte a toda costa evitando pensar que “no eres más tonto” que él. Es que puede que lo seas, y eso también está bien. Siempre va a haber alguien más listo que nosotros, y está bien.” (tema inteligencias múltiples ya hablamos otro día)
A veces perseguimos lo que no es.
Otro cliente me enseñaba toda la retahíla de ejercicios de refutación y debate de creencias de la psicología cognitiva. Tenía en su cuaderno hojas y hojas buscando pruebas, razones, alternativas, porcentajes, para cuestionar su creencia de que podía contraer una enfermedad grave.
Perdido en la burbuja del parloteo.
Estaba muy orgulloso, porque estaba trabajando duro, tomando responsabilidad. Yo también estaba satisfecha con su actitud, más proactiva y positiva.
Solo necesitaba un twist a lo que estaba haciendo.
No se daba cuenta de que lo que creía una solución, se estaba convirtiendo en una compulsión.
Aparecía el miedo a enfermar y tenía que estar una hora dándole vueltas a por qué no era probable que enfermara, ideas alternativas, pruebas de que estaba sano….
Aparecían continuos “ya, pero ¿y si…?”, que contraagumentaban continuamente y pedían más alimento mental.
Profundizando el malentendido.
Buscando donde no era.
Buscaba seguridad y certeza, cuando lo que necesitaba era abrirse a la experiencia.
Cuando uno va desvelando los trucos de la mente… cuando se pilla con las manos en la masa… cuando se deja sentir… cuando entiende que no es su mente, sino que los pensamientos llegan de un cerebro pre-programado… ahí es cuando comienza la fiesta.
Te cuento cómo saber qué y dónde buscar en mis sistemas.
Un abrazo,
– Rocio
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