Una querida cliente de Pánico Perdido y Calma Generalizada me pide una sesión «de urgencia».
Tiene muy controlada su ansiedad pero ha vivido una situación estresante que la ha sacado de su estado de paz.
Vuelven los síntomas, los pensamientos, la sensación de que las cosas escapan de su control.
Y lo vive como un retroceso, como si todo lo trabajado no hubiera servido y volviera al punto de inicio.
Ese punto de inicio donde parece que queda mucho camino y muy duro por recorrer.
Pero pasan un par de días, y sin necesidad de hacer nada, simplemente confiando, se da cuenta de que vuelve al mismo punto de equilibrio que había logrado. No hay retrocesos, no hay recaídas, sino despistes momentáneos. De los que además se aprende y se fortalece la recuperación.
Estoy orgullosa de sus grandes avances.
Tenía la opción de quedarse en el «pobrecita de mi, lo que me ha tocado vivir», pero se dijo «quiero y puedo» (literal).
Lo suyo le costó des-automatizar los resortes de la ansiedad, como para que las automatizaciones de la calma se pierdan de golpe.
Una vez experimentas tu capacidad para crear calma, no hay vuelta atrás. Tu cerebro y tu cuerpo viven la experiencia y eso genera confianza automática.
Cuando se tensa un poco la cuerda, sólo hay que soltar para dejar que vuelva a su lugar.
Termina su mail diciéndome «sorprendidísima de los avances tras las «caídas».
Y un día eso dejará de sorprenderle, porque la calma, la claridad y la confianza serán su estado generalizado. Su estado natural.
Otra de las clientes con las que he hablado hoy me habla precisamente de eso. Lleva tantos años con ansiedad que se siente rara cuando está sin síntomas.
Todavía, y digo todavía, no se permite disfrutar de la tranquilidad que es capaz de sentir. No se cree que eso le pueda pertenecer por derecho.
Tiene la sensación de que la ansiedad se lo hará pagar caro…
Como un funambulista que camina por la cuerda sin red.
Su sistema de alarma no está aun desconectado, pero ya se ha dado cuenta de que hay un botón y puede pulsarlo y desactivarlo, aunque a veces no se atreve.
Porque la ansiedad sigue guiando sus intuiciones.
En fin, en mi día a día observo los trucos legendarios del malentendido mental. Son fáciles de pillar cuando estás entrenado y ahí pierden su fuerza y poder.
¿Entrenamos juntos?
Un saludo,
Rocío Lacasa