La ansiedad no es un castigo divino, ni fruto de la mala suerte.
Es un patrón humano con un mecanismo detrás.
Ese mecanismo responde entre otras cosas a la ley de la saturación.
Cuando nos saturamos, reaccionamos.
Ya te he hablado de nuestro gusto por la «zona conocida» (algunos la llaman «cómoda» pero puede ser muy incómoda).
Hay que ver lo que nos cuesta despertar.
Salir de los automatismos robótico-animalísticos.
Por eso muchas veces necesitamos llegar a este punto de saturación para abrirnos al cambio.
¿Sabes eso de tocar fondo para empezar de nuevo?
La mente sólo acepta nuevas opciones cuando se ha saturado de las anteriores.
Recuerda:
No hay momento más oscuro que antes de amanecer.
Un abrazo!
– Rocío,