Mi hija de 4 años tiene una amiga invisible.
Y resulta que es mi abuela Teresa, que murió hace 2 años.
Al principio nos daba ternura, qué mona, qué gracia. Ahora a veces nos asusta (es broma).
Inventa historias que según ella «me lo ha contado la abuela Teresa», «hoy he dormido con la abuela Teresa», «ya le he enseñado mi vestido a la abuela Teresa»…
Lo que se recuerda, siempre vive, nunca muere, dicen.
Una de las cualidades que ayudó al ser humano a sobrevivir y evolucionar fue la capacidad para crear ficciones.
Para imaginar (porque suponemos que lo está imaginando, ¿no?).
Los monos son capaces de avisar a su cuadrilla de que hay un peligro. Los zoólogos han identificado una llamada que significa «¡Cuidado, un águila!» que es distinta a la de «¡Cuidado, un león».
No está mal.
Nosotros vamos mucho más allá. Anticipamos, recordamos e inventamos todo tipo de peligros, y somos buenos en ello.
A estas alturas ya sabes que esta gran habilidad puede funcionar a nuestro favor, y también en nuestra contra.
Hay que aprender a manejarla con astucia y determinación, cosa que no entiendo no hagan en los colegios.
Cuando tengas momentos de angustia, para y fíjate en qué estás pensando.
¿Qué imágenes o conversaciones estás teniendo? ¿Qué ficciones se están dando en tu cabeza?
Ok, puede que alguien me diga, «no estoy pensando nada, sólo me falta el aire». Lo doy por válido, pero esa persona puede preguntarse qué está pensando sobre esa sensación de ahogo, si está adelantando que eso va a ir a más, si va a estar así durante la reunión y la gente lo va a notar o un largo etc de meta-reacciones, como hablábamos ayer.
No me canso de repetirlo.
Cuando uno siente ansiedad, en cualquier forma, tiene un barómetro que está indicando que algo se está cociendo en el pensar.
Y la solución no está en cambiar ese pensamiento, sino en darse cuenta de que está sucediendo.
Y que es sólo la ventaja evolutiva haciendo su trabajo, anticipando, protegiendo.
Los pensamientos emergen por tu cualidad de ser humano.
Tú decides qué hacer con ello.
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