Esto que te voy a decir parece obvio, pero no lo es tanto.
Mente de principiante, please.
Yo, a pesar de contarlo a otros a diario, hoy me he aplicado el cuento como si fuera nuevo y fresco.
Tenía un problema rondando mi cabeza.
Y observando qué es lo que me molestaba realmente, me doy cuenta de que me molestaba que el problema exista.
Más que el problema en sí.
No sé si me entiendes.
Me molestaba no poder controlarlo.
Me molestaba que la realidad estuviese siendo distinta a mi expectativa.
Me molestaba haber imaginado X y que sucediera Y.
Me molestaba que no existan unas leyes por las que si haces Z suceda W.
Me molestaba que supuestamente había hecho las cosas bien y el otro no reaccionara como yo esperaba.
Me molestaba que me molestara todo esto.
Y ahí estaba, quitándome tiempo, paz y energía.
El momento mágico es cuando me he dicho «chata, es lo que hay».
Punto.
Está pasando esto.
No hay más.
Y puedes pensar «¿y si hubieras hecho más? ¿si hubieras actuado distinto?»
Me da igual, es lo que hay.
Me he quitado 20 kilos de encima.
Los pensamientos se han diluido, como alejado de mi cabeza a kilómetros de distancia. Como si el auténtico y sincero «es lo que hay» funcionara como un repelente de frustración.
¿Que me gustaría que fuera distinto?
Mucho.
¿Que podría haber salido de otra manera?
Sí.
Ya ni lo pienso.
Bueno, esta es la aceptación de la que hablan.
Y te diré una cosa.
Esta situación puede cambiar en el futuro. A lo mejor está cambiando ahora, aunque yo no lo esté percibiendo. Pero es más probable que cambie (a mi gusto) si la acepto.
Aceptándola obtengo la claridad mental y la calma que necesito para dar el siguiente paso. Para observar con mayor objetividad qué ha pasado aquí.
Porque hay quien piensa que aceptar es resignarse y no hacer nada por cambiar.
No se trata de eso.
Si por ejemplo estoy sintiendo ahogo en el pecho y quiero cambiarlo, no puedo estar diciéndome «¡¡¡¡no quiero sentir este ahogo!!!!!! ¿por qué? lo odio, es horrible». Porque esa energía, ese rechazo, crea más tensión. Y por ende, más ahogo.
Lo acepto. Si estoy sintiendo ahogo, estoy sintiendo ahogo.
Si no he dormido, no he dormido.
Si me han dicho que no, me han dicho que no.
Si me han dejado, me han dejado.
¿Qué pasará?
No lo sé.
Pero hoy, es lo que hay.
Cuando lo aceptas, alineándote con la realidad, tu cuerpo se siente suelto y fluido. Y entra energía para seguir confiando.
A ver, no me vale el que alguien diga «vale, si soy un inútil, soy un inútil». Eso no habla de realidades, entendemos la diferencia.
Me he quedado más a gusto que un arbusto.
Y el tema no era cualquier cosa, era importante para mi.
Ahora me siento liberada.
Esto no es algo que se lee, es algo que se experimenta.
Prueba a soltar y aceptar, para disfrutar las mieles de la rendición sana.
Esto tiene su técnica, que te cuento con detalle en mis sistemas si haces clic aquí
¡Un abrazo!
– Rocío