La escena es la siguiente.
Mi hija Catalina, de 1 año, gritando como loca con los brazos extendidos para que la coja.
Yo con las manos llenas de crema (la que por fin me estoy poniendo para el eccema).
Sólo necesito 3 minutos para que me haga efecto.
Catalina puede esperar, estoy segura de que no le pasa nada.
Sólo quiere mimos y jugar.
Me digo «esta vez que espere un poco, ¡tengo que cuidarme las manos!»
Pero ella no para. Llorando cada vez más fuerte, más lagrimones, los brazos más arriba.
Y de repente me encuentro razonando con ella.
«Catus, no te puedo coger, espera, 3 minutos y te cojo, te lo prometo.»
Lloro in crescendo.
«Voy, voy, es que la crema tiene que hacerme efecto, de verdad que ahora te cojo en brazos».
Los gritos llegan al más allá
«Catalina, ¡ya¡ ¡¡¡¡para!!!!»
Cuando intentas razonar con la ansiedad es como razonar con un bebé.
Su cerebro se centra en el presente inmediato y ya le puedes prometer que es cuestión de minutos, que no sirve de nada.
A la ansiedad hay que hablarle de un modo determinado. Tienes que llegar por caminos indirectos para hacerle llegar el mensaje que te interesa.
En mis sistemas https://hermanoslacasa.com/sistemas/ comprenderás por què la pedagogía es clave para activar el sistema de la calma.
De nuevo, los niños fuente inagotable de enseñanza…
Te dejo, que la tengo aquí esperando.
Un abrazo,
– Rocío Lacasa