– Rosa Jové
Sólo me hizo falta una visita para decidir el colegio de mi hija.
Después de la entrevista inicial con la Directora, nos dejaron pasar a algunas de las clases en directo.
Cuando entrábamos, los niños nos saludaban espontáneos y sonrientes.
En una de ellas, el profesor de Literatura española estaba haciéndose pasar por El Quijote y los niños le hacían preguntas. Estaban sentados en corro, algunos se levantaban para hablar.
En otra, el profesor simulaba estar hablando por Skype con Enrique VIII. Él representaba a un cardinal de la época. Clase de Historia.
Luego le hacía preguntas a los niños de cómo ellos habrían enfocado estratégicamente la guerra (no recuerdo cuál)
Los niños encantados participando, sin miedo a decir tonterías.
Un niño se confundió y el profe se puso a aplaudir, animando a que todos lo hicieran. Le dio las gracias por haberse atrevido y porque todos habían aprendido más gracias a él.
«Cuando los niños se equivocan, aplaudimos», nos susurraba la Directora.
«Aquí se queda», pensé.
La autoestima comienza a construirse en la infancia. Y hay un malentendido extendido a la hora de reforzarla.
La autoestima no sólo puede depender de los logros.
Esa es una autoestima cogida con pinzas. Una autoestima «colgante».
En mi clase tenía niños que suspendían y que no eran muy populares.
¿Qué hacemos con su autoestima?
¿Que se hagan graciositos o rebeldes para buscar otro tipo de aprobación?
Trampa.
Y esto se prolonga a la edad adulta.
Una cliente el otro día me decía que su psicóloga le había dicho «fíjate en tus logros y así te querrás más a ti misma».
Error, en mi opinión.
«Teniendo en cuenta que no terminé la carrera, que me han echado de todos mis trabajos, que soy un desastre en el amor y que no me llevo bien con mi familia, ese consejo me dejó mucho peor», me contaba ella.
El amor hacia uno mismo va mucho más allá de lo que haces o no haces.
No quiere decir que te dejes llevar por la pereza o el conformismo y seas una seta con mucho amor propio.
¿Pero que hacemos en épocas de ansiedad donde tu rendimiento puede bajar?
¿Quererte menos?
¿Autoestimarte menos?
Todo lo contrario.
Cuando más te necesitas es en momentos bajos y oscuros.
No tengas miedo de quererte entonces, no significa que vayas a quedarte ahí.
En muchas ocasiones confundimos el amor incondicional con el victimismo, como si estar a gusto contigo cuando estás en «modo confuso» fuera a perpetuar ese estado y a impedirte sacar fuerzas para salir adelante.
Puedes hacer autocrítica de tus conductas o actitudes, pero si comprendes por qué han aparecido, puedes trascender la culpa y animarte a hacerlo mejor.
Siempre comprendiéndote, apoyándote y desde ahí animándote a avanzar.
Criticando (constructivamente) conductas, no tu esencia.
Poniéndote retos desde el amor, no desde el juicio o el miedo.
Si quieres aprender a auto-estimarte y amarte incondicionalmente (sí, se aprende y entrena), para hacer más fluido y fácil tu proceso, te animo a que me visites pulsando aquí
– Rocío