Yo no creo que la realidad supere a la ficción.
Ayer escuché una entrevista a Antonio Pampliega, periodista español que viajó a Siria para cubrir la guerra.
Un día subió al coche de su contacto sirio.
Un gesto del conductor le hizo darse cuenta de lo que estaba a punto de suceder.
Fue secuestrado por Al Qaeda, organización yihadista que emplea prácticas terroristas. Estuvo 10 meses retenido.
Me impresionó su entereza en la entrevista. Para irte a Siria en plena guerra ya hay que tener una madera especial, pero la situación que vivió es el extremo de la supervivencia psicológica.
Él lo tiene claro. Ha escrito un libro en el que narra sus vivencias diarias durante el cautiverio.
Se titula «En la oscuridad»
«Uno de los motivos principales para sacar el libro es que la gente que lo lea puede encontrar algún tipo de ayuda en él y que le sirva para su vida diaria porque es un libro muy duro pero también es una lección de vida que es, precisamente, que siempre hay luz al final del túnel y que de todo se sale, incluso del infierno.»
Del libro no me interesa el morbo, que suele ser lo que vende. Seguro que cuenta detalles estremecedores, no pongamos ahí la atención.
De todo esto, yo me pregunto…
¿Qué hizo para mantenerse cuerdo?
¿Qué se decía?
¿Qué imágenes creaba en su mente para mantener la esperanza?
¿Con qué sensaciones conectaba?
Quédate con ello porque ahí está la clave de la recuperación.
No importa lo fuerte que sea uno.
Hay quien no se considera fuerte y luego puede con todo. Lo verdaderamente importante es qué hace para controlar su mente. Porque la ficción puede superar a la realidad. Mantener la imaginación a raya y moverla hacia donde te interesa.
Y es que la fortaleza está hecha de creencias, palabras e imágenes. Lo que te dices, cómo te lo dices y qué imágenes y sensaciones generas.
Me llama la atención que según él lo más duro no fueron los golpes, las humillaciones o el miedo.
Lo peor fueron los 204 días en soledad.
Conectar con los otros para nutrirte y en momentos de angustia es un regalo. El tacto, la mirada, la palabra reconfortan. De hecho el libro de Antonio es un diario dirigido a su hermana. Necesitaba hablar con ella.
No lo valoramos hasta que no lo tenemos.
Y como última reflexión, ¿sabes que es lo que le ayudó a mantener su dignidad?
Tocar fondo.
Sí. Verse en lo peor y decir «hasta aquí».
Suele pasar cuando estamos viviendo momentos oscuros. Esa actitud creadora de la que siempre te hablo no suele aparecer desde el principio. Si no, no habría más que hablar.
Todo tiene sus fases (están la negación, la rabia, la culpa, etc).
Y un día, después de mucho sufrir, de mucho renunciar, de mucho esconderte, te dices, «¡HASTA AQUÍ!».
Y se abre una luz.
Y comienza una nueva etapa de optimismo, esperanza y motivación.
Bueno, aquí estamos, eternamente aprendiendo los unos de los otros.
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Un saludo,
Rocío Lacasa