Antes los psiquiatras daban las dosis de medicación a lo ciego.
Hacían algo tipo:
Si el paciente me deprime con lo que me cuenta, le doy antidepresivos.
Si me pone nervioso, le doy ansiolíticos.
Si alucino con sus historias, le doy antipsicóticos.
Freud era un tipo con mucha ansiedad. Le daba el antidepresivo al paciente para poder estar él tranquilo en terapia. Si el paciente llegaba con pensamientos angustiosos se ponía nervioso.
Al parecer estaba hasta arriba de cocaína, no parece un estado muy adecuado para calmar al que tenía enfrente.
El caso es que el paciente era un ser pasivo expuesto a lo que el médico ordenara.
Afortunadamente esto ha cambiado mucho.
Un psiquiatra me decía el otro día «resulta que ahora los pacientes nos llevan la delantera. Muchos saben más que nosotros».
Fue a dar un curso de meditación a un grupo de mujeres con fibromialgia, y curiosamente acabaron ellas corrigiéndole algunas de las indicaciones para meditar bien. A él le gustó.
Es la época del empoderamiento. Se acabó el paternalismo médico.
Toca coger las riendas de tu salud y aprovechar la información que tenemos a nuestro alcance para ser dueños de nuestras decisiones.
Los expertos están ahí para dárnosla, para guiarnos, gracias, pero es imprescindible sacar conclusiones con criterio propio.
Tuve una alergia y te aseguro que acabé sabiendo más que mi alergólogo.
Usa tu poder, infórmate, decide, escucha y observa.
Te ofrezco la información más potente en mis sistemas para que actives tus propios recursos, te invito a que lo compruebes haciendo clic aquí