Entramos en la edad adulta cuando vemos a nuestros padres como personas.
No como seres que deben cumplir un rol y deben hacerlo como necesitamos.
Y eso no suele suceder a los 16 ni a los 18.
Mi tía me comparte esto:
“Soltarme de mamá no es dejar de verla, es comenzar a mirarla …
no es dejar de hablarnos es empezar a comunicarnos …
Soltarme de mamá no es sacarla de mi vida, es incluirla …
no es dejar todo lo que me enseñó, es honrar lo que me sirve hoy …
Soltarme de mamá no es separarnos, es integrarnos en una conciencia que sana y crea vida
Soltarnos de mamá es saber tomar lo que en realidad nos quería mostrar y dejar ir sus miedos y culpas para que no actúen en nuestras vidas” …
Por aquí pasan hijos de padres de todo tipo: sobreprotectores, maltratadores, negligentes, cuasi-perfectos (lo que también tiene tela)…
Todos con sus luces y sus sombras.
Me quedo con la luz, suelto e integro la sombra.
Lo que vivimos con nuestros padres explica muchas de nuestras neuras actuales, no cabe duda.
La teoría del apego defiende que cualquier ansiedad comienza en esa relación.
Algunas de esas neuras se mantienen hoy, nuestros padres pueden seguir generándonos conflicto.
Comprendemos que no son ellos los que generan nada, sino nuestras exigencias, internas y externas.
Bolwby nos hablaba de que es suficiente tener una madre suficientemente buena, no perfecta.
Una vez comprendido, soltamos culpas y reproches y seguimos adelante con lo puesto.
Con las cartas que nos tocaron jugar.
Recuerda, nuestro pasado explica, no determina.
Un abrazo,
– Rocío
Entra en nuestros sistemas para conocer el método.