No has cambiado antes porque no.
Si llevas un tiempo por aquí, me habrás leído hablar de esto.
Es tan frecuente (e irracional) que vuelvo a ello.
Hoy me contaba una cliente que se sentía mucho mejor.
Se había dado cuenta de ciertas dinámicas familiares, en las que se había identificado con el personaje a tope.
El personaje iba cambiando de cara.
Jugaba al triángulo Salvador -> Víctima -> Perseguidor.
Salvador: “Yo te ayudo, yo lo hago por ti, no vaya a ser que te hundas
—>
Víctima: No puedo más, todos me utilizan, nadie se preocupa por mí
—>
Perseguidor: Estoy mal por tu culpa, eres malo al hacerme sufrir”.
…
Pero… mañana vuelvo a salvarte.
Y vuelta al círculo de siempre.
Ahora lo puede ver.
Por un lado se libera, nota una nueva calma, observa con claridad, escucha más allá.
Por otro, entra en un discurso que quiere volver a meterla en el círculo.
“¿Por qué no lo vi antes? Tenía que haber cambiado hace mucho tiempo. ¿Qué sería de mi vida si hubiera actuado distinto?”
Acompañado de sensaciones corporales que etiqueta como culpa y rabia.
¡No, mi amor!
Si uno lo ve ahora es porque no podía verlo antes.
El que vive en modo víctima no lo hace por capricho.
Es porque le funcionó en un momento dado.
Vivió ciertas experiencias que sintió amenazantes y encontró los mejores recursos para sobrevivir.
No vale de nada perderse en el parloteo del pasado.
Suelta el pasado, los «tenía que…» y el pesado «¿y si?…»
Son inútiles para tu bienestar.
Como te decía ayer, cada uno está donde está porque es donde tiene que estar.
Con el nivel de conciencia adecuado.
Si conecta con la actitud de Eterno Principiante, que ha venido a esta vida a explorar, a navegar, con su imperfecta humanidad, todo se suaviza en su interior.
Un abrazo,
– Rocío
Descubre nuestros sistemas de transformación aquí