¿Alguna vez te ha cogido desprevenido/a una tormenta?
Sin paragüas, sin cobijo y con prisa.
Te queda un buen camino hasta llegar a tu destino y no tienes más remedio que mojarte…
… que empaparte.
Lo que solemos hacer es enfadarnos, tensarnos, e ir corriendo, con el ceño fruncido, tapándonos, encogidos y murmureando negatividades.
Tratando de no mojarte.
Y resulta que te mojas exactamente igual que si das la vuelta a la situación y…
… aceptas, sueltas y recibes la lluvia con una sonrisa.
Te abres a la realidad, a la situación y sientes la lluvia sobre tu cara, sobre tu pelo.
Sintiendo frescor, ligereza.
La incomodidad que suponen la ropa mojada, los zapatos encharcados, la sensación de humedad, cambia radicalmente cuando sientes que está bien lo que está pasando.
Si te tensas, rechazas y luchas contra lo que es obvio que está sucediendo, multiplicas su incomodidad.
Cuando aceptas, sueltas y te abres, eliminas la tensión y sientes paz.
Este tipo de actitudes inciden directamente en tu relación con la capacidad de crear calma y eliminar ansiedad.
Si no quieres que llueva sobre mojado, cambia tu estrategia de lucha con la ansiedad. Te cuento cómo haciendo clic aquí
Un saludo,
Rocío Lacasa