¿Por qué te digo esto?
Hoy hablaba con una cliente que ya conozco de otras sesiones.
Tiene una relación disfuncional con su marido.
Celoso patológico.
No quiero entrar a juzgarle, sé que sólo es una persona con miedo.
Pero lleva a mi cliente a situaciones de tensión máxima, con gritos, amenazas y faltas de respeto intolerables.
¿Y qué está haciendo ella?
Aguantar mejor la ansiedad que esos conflictos la generaban. Ahora ya puede estar gritando horas que ella se mantiene en calma.
Nooooo, ¡para eso no has alcanzado tu poder!
Sí para conectar con lo que necesitas, con lo que sientes y para trascender el miedo que te suponía empezar a poner límites.
Hoy ha podido comprender mejor la esencia del proceso.
Porque si no, la ansiedad, vuelve.
Necesitamos cambios.
Se te está otorgando un poder y tienes que decidir bien en qué lo inviertes.
Lo mismo me pasó ayer hablando con otro cliente. Me decía, contento, que ya se sentía fuerte para ir a todas las reuniones y fiestas que le proponían.
«Antes las evitaba, ahora ya sé que puedo ir y estar tranquilo y disfrutar».
Le hacía ver que ahora no se trata de enfrentar todo lo que te proponen porque sabes manejar los síntomas. No tienes porqué ir a todas las fiestas. Eso te puede llevar de nuevo a la ansiedad. Antes decidías no ir por miedo, ahora porque no te apetece y punto.
Lo haces desde la claridad y la confianza.
Tampoco se trata de rendir más en el despacho, trabajando largas horas porque ya sabes que el mareo es simple cansancio. Dejando estar el mareo, fluyendo con el malestar tan contento, y en la oficina hasta las 10 de la noche.
No.
Eso es autosabotaje.
Estos son los típicos riesgos de occidentalizar la meditación y seguir pedaleando en la carrera de la rata.
Este viaje va de conectar con tus auténticos deseos y necesidades. No de sobre-adaptarte.
Así que te animo a seguir el camino, que tiene sus puntitos ciegos y sus recovecos, siempre apasionantes de descubrir. Si quieres que te acompañe puedes entrar aquí
Un abrazo,
– Rocío