Olvidar que somos animales es un error de base.
Somos homínidos y no podemos ignorar nuestra parte más primitiva si queremos controlarla.
Nuestro cerebro comenzó siendo como el de un reptil. Era capaz de regular las funciones fisiológicas involuntarias del cuerpo: hambre, hormonas, corazón, reproducción, respiración…
La Naturaleza es sabia y lo que funciona, lo conserva.
A este cerebro original se sumaron dos más evolucionados: el límbico (emocional) y el neocórtex (racional).
Pero antiguamente funcionábamos como tortugas o cocodrilos.
Lucha o huida.
Supervivencia.
Acción.
Reacción.
Ese cerebro primitivo sigue activo hoy.
Con estrés intenso o ansiedad, toma el mando y decide. Y actuamos como ratas o perros. Lo siento, pero es así.
Se enciende la respuesta de defensa o ataque y lo que ya te sabes: ritmo cardiaco arriba, respiración rápida, tensión muscular, sudoración y demás reacciones de alerta.
Y esto no hay que reprimirlo, ni despreciarlo.
Obedece a sus propias leyes. Y tenemos que aceptarlo.
Tan sólo busca satisfacer sus necesidades.
No podemos entrar en discusión desde el cerebro racional. Es como convencer a un perro asustado de que la tormenta es segura.
Ese no es el camino.
En momentos de ansiedad intensa tu cerebro reptiliano CREE que tiene que dar esas respuestas. Los tres cerebros interactúan. Los pensamientos de amenaza parten de aquí y lo alimentan.
Ahí, una parte de ti razona y otra no razona. Tienen opiniones distintas de lo que está pasando y de lo que tienes que hacer.
La corteza opina “no pasa nada, estoy seguro” y el reptil opina “corre”.
No trates de que discutan porque sólo añades más tensión y sensación de lucha y peligro.
Conocer tu cuerpo es necesario para dominarlo.
En mi sistema desarrollo toda esta teoría, tan útil para controlar y eliminar la ansiedad de raíz. Te enseño el camino directo para que los tres cerebros lleguen a un acuerdo.
Si te interesa, nos vemos en https://hermanoslacasa.com/sistemas/
Abrazos,
– Rocío Lacasa.