Pero si te quedas en eso, siento decirte que estás perdiendo el tiempo.
Harías mejor yéndote a pasear.
Tuve un tío intelectual, bastante conocido por sus obras y enseñanzas. Hablaba sobre la vida, la muerte, el espíritu. Me reservo el nombre.
La cuestión es que sé que lidiaba con la ansiedad, cada día y cada noche.
Mucho lirili, poco lerele.
No le quito mérito, le admiro. Ojalá pudiera implantarme un microchip con todos sus conocimientos.
Pero su cerebro racional estaba híperdesarrollado y en desequilibrio con el físico y el emocional.
Un suspenso en relaciones.
Mucha inteligencia lingüística y lógico-matemática. Poca inteligencia ínter e intrapersonal.
Dejaba que los demás drenaran su energía, evitaba los conflictos por no saber poner límites y le superaba que otros le rechazaran.
No le quito mérito, pero hoy en día sabemos que la inteligencia es mucho más que ser Catedrático.
Cristiano Ronaldo no es considerado muy listo pero su inteligencia corporal supera con creces a la media.
En la era de la información, los trastornos de ansiedad deberían haber disminuido. Y no es así.
Porque la información, por si sola, no genera cambio. La información no hace crecer.
Así que deja de leer y sal al mundo.
Cultiva la inteligencia en todas sus facetas.
Abrazar un árbol o jugar con un perro te nutre igual que leer a Kant o saber de Bolsa.
Manda ese mensaje, di no a ese favor, atrévete a volver a ese lugar, sonríe al que te cae mal.
Si hoy mismo dejaras de recopilar información sobre la ansiedad, estarías igual de preparado para superarla que si te encerraras en casa durante un año a devorar todo lo escrito desde el siglo XVII.
Combínala con la acción.
Puedes medir la piscina, comprobar su profundidad, su diámetro, la temperatura del agua, su color, el nivel de cloro, las reacciones químicas que tendrá en contacto con tu piel. Y practicar cómo tirarte, por la escalerilla o por el trampolín, hacia delante, hacia detrás, en tirabuzón o en bomba…
… pero hasta que no te sumerjas, no sabrás cómo se siente.
Venga, ¿nadamos?
Un abrazo.
– Rocío
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