Perder tu centro es fácil.
Encontrarlo también.
Eso si no dejas que se vaya demasiado lejos.
Incluso que se pierda de vista.
Hablo de cuando ya has alcanzado la calma y tu objetivo es mantenerla.
Porque hay que mantenerla.
Esto no se trata de poner en práctica las técnicas, hacer los ajustes necesarios y bye bye.
Con la calma, no se puede vivir de las rentas.
«Ah, sí, recuerdo cuando me relajé allá por el 2012».
No.
En mi caso, esta semana pasada ha sido muy intensa.
Cientos de mails, sesiones, reuniones, gestiones.
Y me doy cuenta de lo fácil que es dejarse arrastrar por la marea.
No «dejarse llevar».
Dejarse ARRASTRAR.
Sin sensación de control.
¡Es que en realidad es fácil tener ansiedad hoy en día!
Quien no la tiene es porque se lo curra, de casualidad o formalmente.
Aquí la clave es crear y muscular un núcleo duro de calma, claridad y confianza internas y acceder a él como quien recarga el coche eléctrico.
Una vez creado sólo hay que acceder.
Tocas el botón y una ráfaga de paz templa tu organismo.
No vale que esté ahí si no lo activas.
Paras unos segundos – conectas – recargas – sueltas.
Ana me cuenta en un email que «después de leer el material y aplicar las técnicas», ha pasado muy bien el verano, pero que con el inicio de curso (ESTRÉS), estaba volviendo a experimentar las sensaciones de miedo al miedo.
Y concluye:
«En fin seguimos trabajando en el proceso el cual me doy cuenta que no es lineal sino en círculos porque parece que te alejas del centro pero llega un punto en que vuelves a pasar por ese centro otra vez, lo tocas, aunque sea sutilmente, para (si te despistas) volverte a alejar!»
Eres el centro.
Cuando entrenas, puedes acceder a tu estado de paz, a través de una simple respiración.
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Un saludo,
Rocío Lacasa