Tu amiga Rocío despide a un cliente (y te confiesa un secreto)

Soy demasiado buena.

Menos mal que mi hermano es más callejero.

Ayer me escribió un pasado cliente diciendo que le parecía atractivo el nuevo programa Calma Generalizada®. Cuando se lo comenté a Íñigo, me dijo, literal y contundente:

«Está en la lista negra. No puede comprar ni suscribirse a nuestros emails. Ni le contestes».

Al principio me quedé estupefacta, pero rápidamente me recordó las razones:

  • Te mandaba varios correos diarios interminables exigiendo agresivamente que le contestaras rápido y de forma satisfactoria.

 

  • Hacia comentarios en el área de miembros maldiciendo los métodos, para hacerse notar y llamar la atención.

 

  • Exigía pagos fraccionados para luego, encima de todo el amor y atención personalizada, pedir la devolución sin ningún tipo de reparo ni escrúpulo.

No voy a seguir con lo demás porque es muy desagradable.

El cliente tiene la razón hasta que deja de tenerla.

Lo que me pasa es que veo más allá de la rabia y conecto con el dolor de la persona. No personalizo y eso me suele hacer inmune a los ataques.

Pero, por el bien de la persona que agrede, hay que poner límites y firmes. Sin miramientos.

Cuando queremos gustar a todo el mundo, nos volvemos repulsivos ante los que verdaderamente queremos.

Entiendo que hay personas sufriendo y por eso hemos perdonado a alguna que se ha equivocado y ha rectificado, demostrando compartir nuestros valores:

  • Educación impecable.
  • Responsabilidad personal.

Si llevas tiempo con los hermanos Lacasa, sabes cómo somos. Lejos de perfectos pero luchamos por ti.

Te voy a contar un secreto (te pediría discreción pero esto es internet, o sea, que me arriesgo, ya me da igual).

Cuando nuestro proyecto empezó a crecer, mi hermano se asustó. La empresa crecía y no se sentía preparado para gestionar empleados, invertir en recursos y todos los dolores de cabeza que trae una empresa. Todo eso unido a que estábamos tooodo el día leyendo sobre ansiedad, fobias, miedos… se estaba «saturando».

Yo en cambio, estaba a fuego, con energía y completamente tranquila, segura. Le apoyé en cada momento y conseguimos superar todos los obstáculos.

Ahora es muy diferente.

Soy yo la que está pasando una mala racha. Hay días bajos. No quiero entrar en detalles porque es un tema muy privado. Pero me está costando trabajo conectar con mi parte más despierta. Sé que es cuestión de persistir y recordar mi razón de ser: tu evolución.

Íñigo está a fuego. Y ahora me apoyo en él. Porque somos un equipo. Cada día me llama para intentar sacarme una sonrisa. Y lo consigue.

Solos no podríamos haber llegado a esto.

Además, la gente nos lo dice, somos la combinación perfecta. Persona normal que superó su ansiedad y psicóloga clínica especializada en ansiedad.

Pero sobretodo, no estaríamos aquí sin ti.

Una persona amable, que desea cambiar de corazón y que valora el hecho de INVERTIR en sí misma, y en un proyecto que lucha por ella.

Otra cosa que pocos saben es que Íñígo y yo vivimos con poco dinero. Nos hacemos algún regalito pero casi todo vuelve a la empresa. Preferimos gastar en cursos, consultores, equipo, talento, conocimiento… y todo lo que nos permita conseguir nuestra misión:

Recuperaciones de ansiedad más rápidas, más fáciles y más seguras.

No te voy a pedir que inviertas en Calma Generalizada® (y al que pretenda usar juegos con nosotros, que sepa que mi hermano se vuelve como un Doberman desatado que lleva días sin comer cuando alguien se sobrepasa).

Lo único que te digo es lo siguiente:

No dejes que nadie se ría de ti.

No dejes de creer en tus sueños.

No dejes nunca de buscar.

Porque la vida, aunque presente retos y etapas malas, es maravillosa cuando te das permiso para abrirte a ella.

Te mando un abrazo.

Recuerda que estamos aquí por ti, a tu servicio.

Rocío

Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

    100% Privado. Cero Spam.
    Sólo nuestro mejor conocimiento.
    © ∞ • Creado a mano por los hermanos Lacasa y su equipo de Navegantes N.E.O.
    CALMA – CLARIDAD – CONFIANZA