Mi hermano tenía 16 años cuando fue a su primera clase de Chi Kung (una serie de técnicas Taoistas para cultivar la energía y la salud).
Chi significa energía.
Kung significa práctica.
El caso es que Íñigo había leído que se podía aprender a conectar con la energía y moverla para hacerse fuerte y estable.
Su curiosidad explotó y rápidamente se apuntó a una clase.
Al llegar, entró con timidez en una enorme sala con techos altos y un suelo de madera brillante e impoluto. Se podía sentir un ambiente distinto. Una densidad silenciosa y relajadora.
Apareció el profesor y se acercó tranquilamente a el. Sus movimientos eran serenos y totalmente conscientes. Le dio la mano suave, pero firme, y con una mirada limpia y tranquila, le dijo:
«¿Entonces quieres aprender a mover la energía?»
En ese momento, se quedó fascinado y contestó con un simple «si», sin saber qué más decir.
La clase empezó con un ejercicio para hacer vibrar el cuerpo y despertar la energía. Luego, empezaron a crear una bola de energética entre las manos. Él sintió algo, pero se distraía con facilidad. No sabía qué creer. Aunque, a pesar de su ligera confusión, notó algo en el estómago. Un mundo nuevo se estaba abriendo, donde tomar el control de su realidad cotidiana, empezaba a ser posible. Intuía que aquí había respuestas. O sea que decidió seguir.
Después practicaron la técnica clásica del Tao, «La Sonrisa Interior», donde sientes cada órgano de tu cuerpo y le envías la energía «suavizante» de tu sonrisa.
Pero había un problema que le estaba tensando.
¡No sentía nada!
Se lo comentó al profesor y éste le dijo:
«El Tao comienza con el sentir. Llevas años metido en la cabeza. Ten paciencia, es algo que ya sabes hacer… sólo tienes que ir recordando».
Siguió practicando.
Y practicando.
Y, pronto, notó algo.
Empezó a sentir la energía fluir por todo el cuerpo.
Fue como un «CLIC» corporal.
Entrando en estados de profunda paz, disolviendo síntomas, eliminando dolores y canalizando emociones.
Sentía una nueva fuerza.
Como si quitas el TAPÓN de una botella.
Se había despertado una magia desde dentro.
Al final, después de un tiempo de práctica, aprendió un secreto fundamental:
«Estados internos como la ansiedad, el coraje, la paz o los pensamientos («positivos y negativos»)… simplemente son ENERGÍAS… moléculas, electricidad corporal, voltios, nervios… el cuerpo humano es una batería… y cuando aprendes a sentir y canalizar, estás automáticamente fuera de la cárcel que te habías auto-creado… habiendo despertado tu potencial energético para fluir en la vida».
Ahora, no somos ningunos fanáticos de la Medicina China. Entendemos que tiene sus fallas, como cualquier modelo. Cosa que podemos hablar otro día extensamente.
Pero la experiencia empírica nos ha demostrado que ahí se esconde algo importante.
Por eso nuestros sistemas incluyen procesos y conceptos extraídos de la sabiduría milenaria Taoista.
Al final del día, mi hermano y yo lo que hacemos es Sintetizar Sabiduría, añadiendo algún que otro descubrimiento propio.
En Calma Generalizada®, hablamos en profundidad sobre la energía y cómo controlarla, desde la perspectiva puramente científica, hasta el enfoque más sutil (que necesitas vivir para comprender). Porque tu ansiedad es un simple «desajuste energético». Y con estas herramientas, puedes aprender a disolver los síntomas destructivos del miedo… y cultivar la fortaleza energética, sin tener que depender de drogas psiquiátricas ni terapeutas inefectivos.
Te animo a que lo experimentes en tu propia piel.
Estoy convencida de que puedes liberar tus bloqueos. Por eso, he hecho algo que no hago nunca, por ser el lanzamiento del nuevo programa. Estoy ofreciendo 50€ de descuento hasta el próximo Domingo. Después volverá a su precio normal. Además, tendrás nuestro apoyo personalizado para guiarte durante todo tu proceso (algo que también dejaremos de hacer pronto, debido al inmenso volumen de trabajo que tenemos… y que nuestros sistemas están diseñados para que ¡seas tu propio terapeuta!).
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Un abrazo,
Rocío