Amor-odio con Mr. Paxil

Tengo el corazón dividido.

La medicación puede ser una ayuda o un calvario.

Entre la caza de brujas y la cultura del Prozac hay sensatas posturas intermedias.

No ha habido ni una sola civilización que no haya tenido sus psicofármacos: opio, coca, té, hierbas, setas, incluso chocolate. Sustancias químicas que atraviesan la barrera hematoencefálica, llegan a la neurona y la modifican, generando cambios en el estado mental.

Nos queda química para rato.

Y la química no sólo está en la consulta del psiquiatra.

Gente que rechaza los psicofármacos pero que se ponen ciegos a protectores gástricos e ibuprofenos. O que fuman y se meten atracones de pizza y cerveza.

Espérate, que igual una caja entera de Paxil es menos peligroso que un paquete de tabaco.

No digo que haya que tomarlos. De hecho, suelo decir lo contrario.

Si hay otra alternativa, ya sea la psicoterapia, la meditación, la aceptación, la resiliencia, el cambio de trabajo o el divorcio, hay que probar primero.

Pero hay casos en que la persona necesita una protección temporal. ¿Qué casos? La Psiquiatría no es precisamente la ciencia más exacta. Por eso no siempre encuentras respuestas claras.

Son decisiones.

Lo ideal es tomar la dosis mínima (puede ser cero), el tiempo mínimo necesario.

Y por supuesto invirtiendo en tu psicología. Sin eso, no eres ná.

Si tomas medicación, tienes que aprovechar ese tiempo para tomar acción.

Si no, al retirarla, vuelves no al punto de inicio, sino 3 casillas más atrás.

De todas formas, llega un momento en que aprendes a generar estados internos y a controlar tu cuerpo y tu mente a través de tu cuerpo y tu mente. Te das cuenta de que cada vez necesitas menos lo externo.

Yo te propongo aprender a hacerlo entrando aquí


Un abrazo,

– Rocío

Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

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