Estaba con mi hermano en su habitación.
Era otra de nuestras largas conversaciones sobre ansiedad. Pero esta vez fue distinta porque descubrimos algo que cambió nuestra vida para siempre.
Estuvimos años sin ver las trampas que la ansiedad crea para poder seguir apareciendo.
Eran invisibles.
Años probando todo tipo de técnicas, ejercicios y enfoques para controlar nuestra ansiedad (esto no lo sabe mucha gente pero yo viví durante años fuertes mareos seguidos de desmayos). Conseguíamos controlar el problema y siempre era a medias porque caimos una y otra vez en sus trucos.
La ansiedad no tiene malas intenciones.
¡Todo lo contrario!.
Su único objetivo es protegerte a través de su sistema de alarma. Pero cuando se desarrolla un trastorno de ansiedad, esa alarma se vuelve híper sensible, como ya sabes. Al querer protegerte, empieza a enviar señales más a menudo. Y al ser un mecanismo tan inteligente, el cerebro cree que la alarma es real.
Aquí es donde viene lo interesante.
La ansiedad toma el control de la parte racional y distorsiona nuestros pensamientos para que hagamos caso a su alarma. Por eso cuando te dices “no pasa nada, sólo es ansiedad” o “calma, todo va a estar bien”… la ansiedad responde con un…
“NO NO, ¡estás en peligro!”
Y la frustración crece… seguida de más ansiedad.
Ese día, conversando con mi hermano, probamos un enfoque que no tenía mucho sentido (estábamos tan hartos de probar cosas que no teníamos nada que perder).
Escribimos una lista de cosas que habíamos probado. Las cosas que la intuición nos dijo que funcionaría pero que no funcionó.
Pensamos… “la intuición nos ha servido a medias hasta ahora. Vamos a probar cosas nuevas. Aunque no tengan sentido”.
La ansiedad nubla la intuición.
Ahí está el secreto.
Intuyes que necesitas hacer una cosa para calmarte. Cuando en realidad esa cosa te pone peor.
A medida que probamos este nuevo enfoque, vimos con claridad las trampas. Y al verlas, sabíamos exactamente qué hacer para no caer en ellas, es decir, todo lo contrario. Dejamos de caer en las trampas porque, a parte de detectarlas, entendimos cómo invertirlas para sobrepasar el agujero.
En ese momento nuestra vida y la de mis pacientes cambio para siempre.
A medida que usaba este nuevo enfoque, detecté las 12 trampas que la ansiedad crea y en base a este descubrimiento cree la Psicología Inversa Contra-Intuitiva y la técnica Psico-Inversión.
Por ejemplo, una de las trampas es “la competencia”. Cuando compites contra la ansiedad, aumenta y permanece porque estás reforzando su mecanismo. En cambio, cuando inviertes esto, estás colaborando con ella. Así haces inevitable que se vaya porque si fuera por ella, no estaría ahí.
Tu cerebro quiere te sientas a salvo porque tu estado natural es la paz.
Si quieres conocer las trampas a fondo y conocer el sistema paso a paso para disolverlas, entra en