Ulises sentía curiosidad por el canto de las sirenas.
Pero la diosa Circe le advertió de su peligro, e ideó un plan.
Sabía que si algún hombre era capaz de oírlas sin sentirse atraído por ellas, se marcharían para siempre.
Ordenó a sus marineros taparse con cera los oídos. Y él se hizo atar al mástil del barco.
Si por el embrujo pedía que lo liberasen para unirse a ellas, debían atarle todavía más fuerte.
Las Sirenas derrotadas, no volvieron.
El plan de Ulises no nos sirve, ya que los cantos de sirena provienen de ti.
Ayer una clienta me comentaba:
“Parece que tuviera a un enemigo o a un diablo adentro que me habla para que me haga mal (…). Pero ya estoy cansada después de tantos años y quiero ganarle yo a esa voz, a ese ruido de fondo.”
Hablemos hoy de esa voz.
Cuando estás con ansiedad, ¿cómo es esa voz?
¿Qué te dice?
¿Es como si viniera de dentro, o de fuera?
¿Cómo es su tono: es chillón, grave, suave, infantil?
¿Y su ritmo: te habla rápido o despacio?
¿Es tu propia voz o la de un señor, es Donald Trump quien te habla, es Hillary?
Puede que no te hayas parado a analizar estos matices pero son una herramienta muy potente para que la voz pierda fuerza.
Imagina que el GPS de tu coche tuviera una voz desagradable, que te diera las indicaciones gritando, como angustiada.
Que te dijera cosas como “¡cuidado, hay un coche delante, puede que frene y se empotre mortalmente contra ti!”
Es obvio que tu experiencia sería muy distinta.
Tu cuerpo se estresa, se sobreactiva el sistema nervioso y comienzan los síntomas de alarma.
Tu sistema de alarma está temporalmente averiado y se activa ante la más mínima señal (como cuando una alarma de incendios se activa por el humo de una cerilla.)
Todo eso puede cambiar si empiezas a reajustar pequeñas piezas.
Empieza a fijarte en tu conversación interna y juega con sus características.
Conoce esa voz. No te dejes engatusar pero tampoco le tengas miedo.
Sigue observándola con curiosidad y ve transformando sus cualidades.
Baja su volumen, cambia su tono, haz que sea más amable. Juega y percibe cómo puede ir cambiando.
Prueba ahora. Fíjate como es tu voz interna y cómo se está comunicando contigo.
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Un abrazo,
– Rocío.