Hay un impasse en la recuperación que puede resultar confuso.
Tienes momentos de claridad, sin síntomas.
Sabes que eso es lo que quieres sentir, ese es el estado de calma que anhelas.
Pero no acabas de creértelo. Es como si no te perteneciera.
La ansiedad acecha.
Y te jode.
(Así se habla cuando se está cabreado, ¿ok?).
Sigue habiendo un rumor de fondo. El camino de la ansiedad sigue bien marcado, y el de la calma es muy leve todavía.
De hecho, la ansiedad vuelve.
Al día siguiente, te levantas de nuevo con ese malestar, con ese agobio sin motivo aparente.
Cuenta con ello, es parte del proceso.
Sucede cuando lo viejo no acaba de marcharse y lo nuevo no acaba de asentarse.
Dale tiempo.
Desde ahí, viviéndolo como un proceso, podrá marcharse.
Y lo nuevo será parte de ti. Y se automatizará como estaba automatizado lo viejo. Leyes universales…
El éxito no está en conseguir un momento de paz, sino en sentir que ese momento te pertenece.
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Un saludo,
Rocío Lacasa