El hombre nace crudo.
Le faltarían unos meses de cocción para salir en su punto.
Llegar al mundo con un cerebro inmaduro es una buena noticia, psicológicamente hablando.
Hace millones de años pasamos de andar a cuatro patas a andar erguidos, y nuestra cabeza aumentó de tamaño, porque nos fuimos haciendo súper listos. Esto cambió a la fuerza la gestación de los bebés.
Ahora requerían un canal de parto mayor, por lo que muchas mujeres morían. Sus caderas no eran suficientemente anchas.
Las mujeres que daban a luz niños prematuros sobrevivían, y los niños se podían adaptar. La selección natural hizo así que se fuera reduciendo el tiempo de embarazo.
Eso implica que somos la especie que mayores cuidados requiere al nacer. (¿Habría sobrevivido un Tarzán real?)
También implica que seamos como figuras de barro moldeadas por nuestros padres y cuidadores. Tenemos un margen de tiempo en el que nos programan, para lo bueno y para lo malo.
A lo que voy, igual que te moldearon al nacer, te puedes, y te estás moldeando ahora. Cada día.
Seguimos un poco inmaduros y en continuo aprendizaje.
Seguimos en continua reprogramación.
Pero esta vez, con mayor libertad que de niños.
La mayoría de nuestras creencias y hábitos no son heredados, sino aprendidos.
Y como tal, pueden ser desaprendidos.
Cierto es que la libertad no es plena. No es lo mismo nacer en casa de Donald Trump que en una aldea de Lijiang.
Aún así, las experiencias marcan, no determinan.
¿Dispuesto a reprogramarte hacia la calma, la claridad y la confianza?
Un abrazo,
– Rocío
PD: Muchos me preguntáis a diario si tengo consulta privada. Voy a estar unos meses inmersa en la creación de un nuevo sistema, Meditación 1.0, por lo que no tendré sesiones hasta nuevo aviso. Gracias.