De nuevo me inspiro en una serie.
Homeland.
Peter Quinn, agente de la CIA, sufre de estrés postraumático. Vive un ataque en el que un compañero muere violentamente. Sucede delante de sus narices, teniendo él parte de responsabilidad.
A partir de ahí empiezan las pesadillas y los flashbacks, que se mezclan con recuerdos de otro episodio en el pasado, cuando tuvo que asesinar a un niño.
¿Qué hace él?
Empieza a beber, sexo casual con desconocidas, deja la CIA…
Todo para evitar el dolor.
Para evitar recordar, pensar, sentir.
Sólo quiere escapar.
Escapar a toda costa de cualquier imagen o sensación relacionadas con ese momento crítico.
Es lo que se llama «evitación experiencial».
Y es precisamente lo que perpetúa el estrés postraumático.
Parece que uno tiene que huir de esos recuerdos.
Pero el hecho de que aparezcan es sólo un intento del psiquismo de reparar el daño.
Como muchos mecanismos de la mente, resulta paradójico.
Los flashbacks y pesadillas parecen peligrosas. Cuando es sólo el sistema de autoprotección lamiendo las heridas psíquicas.
Lo que Quinn necesitaba era hablar, desahogarse, rememorar la escena en un entorno seguro y cálido, para digerirlo e incorporarlo.
Pero él sentía que tenía que hacer lo contrario.
Tratar de escapar del dolor emocional no funciona.
Tratar de que no aparezcan imágenes o sensaciones dolorosas, les da un poder que no tienen por definición.
Con la ansiedad, en cualquiera de sus formas, nada es lo que puede parecer. Muchas veces los intentos de solución, guiados por el miedo, son los que precisamente perpetúan el problema.
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Un abrazo,
– Rocíou