Callamos un poco la mente y bajamos al cuerpo.
Vamos a generar una experiencia somática. Es un momento igual de valioso que las comprensiones intelectuales que tanto anhelamos en un proceso de ansiedad.
Te voy a pedir que hagas un recorrido por tu cuerpo. Lógicamente necesitas la mente para guiarte y tomar conciencia de las sensaciones pero me gustaría que trataras de no juzgar, de no etiquetar, sino que simplemente SIENTAS.
En este recorrido, empezando por la cabeza, terminando por los pies, localiza si hay partes de tu cuerpo en tensión, por mínima o sutil que sea.
Si la localizas, tratas de soltar esa parte tensa, ya sea relajando, modificando tu postura, respirando o ayudándote de la mano que se posa para quitar presión.
Dedica unos minutos al ejercicio, mejor con los ojos cerrados, y vuelves.
Esto deberíamos hacerlo a diario, varias veces.
En grupo, en el trabajo, en la cola del súpermercado…
No se trata de obsesionarse, sino encontrar momentos puntuales de revisión y reajuste.
Cuanto antes localizas la tensión, más fácil es descargarla.
La hipertonicidad (exceso de tensión muscular) quema tanto combustible que se podría estar invirtiendo en otras funciones… Una postura incorrecta es un derroche absurdo de energía.
De ahí la suprema importancia de desarrollar Conciencia Corporal como un radar automático hacia la calma y el control.
El que deja el ejercicio y el cuidar el cuerpo como una actividad «de segunda» en el camino de la recuperación, no se está enterando de qué va el juego.
Porque ¿dónde se siente la ansiedad?
Y más importante aún, ¿dónde se siente la calma?
En mis sistemas he creado los Rituales de Renovación y Recuperación para darle al cuerpo la atención que necesita para convertirse en tu mejor aliado.
No dejes que sea tu segundo plato…
¿Te apuntas al reto?
Un abrazo,
– Rocío