Esto me ha pasado más de una vez.
Quizás no tan romántico y dramatizado.
Llega una paciente y me cuenta que no puede soportar más la paz que ha alcanzado.
Que es demasiado dolorosa y extenuante.
Que es como una luz que le ciega, una ligereza que le da vértigo, un desapego que le entristece.
Tremendo truco mental.
El Síndrome de Stendhal espiritual, pensé.
¿Conoces el Síndrome de Stendhal?
Sucede cuando la persona que está expuesta a obras de arte se siente superada por el placer estético. Es una reacción psicosomática con elevado ritmo cardiaco, mareo, confusión, temblor, sudoración excesiva, desrealización, que surge por una sensación de acumulación de belleza y éxtasis estético.
Se llama así por la experiencia descrita por Stendhal, autor francés del siglo XIX, al salir de la Iglesia de la Santa Croce en Florencia.
Fue too much para él, un ser extremadamente sensible.
La mujer me cuenta que, como Stendhal, está incómoda, asustada por sentirse bien. No está acostumbrada. Parece que su inconsciente cree no merecerlo.
Una especie de «cuidado, después de la tempestad llega la calma, sí, pero después de la calma, volverá la tempestad».
El marino que ha naufragado una vez tiene que trabajarse el volver a disfrutar y confiar del mar en calma.
Estuvimos un buen rato indagando sobre ello.
Estar bien (sintiendo tranquilidad, sosiego, sin preocupaciones constantes) puede ser sinónimo de amenaza cuando la ansiedad sigue instalada como mecanismo de fondo. Por eso es muy importante no sólo aprender a controlar y eliminar los síntomas, sino comprender el núcleo: los mecanismos y los trucos de la ansiedad. Eso es lo que te permite realmente reinstalar la calma como tu estado cómodo y natural.
La mente es apasionante. Es nuestro deber conocerla si queremos controlarla.
No hace falta ser el mayor experto en arte para apreciar la belleza, ni neurocientífico para crear estados de calma, claridad y confianza sólidos y reconfortantes. Pásate por mis sistemas y hablamos sobre ello.
Un saludo,
Rocío Lacasa