Empastilla a tu Reina del Drama

Durante los ejercicios más duros, una profe del gimnasio nos motiva diciendo:

«¡Con actitud!»

Con su porte atlético, levanta la barbilla, saca pecho y sonríe.

Y de repente te cambia el estado.

Tú que estabas ahí sufriendo, con cara de desesperación, retorcida mordiéndote el labio, sintiéndote como un esclavo remando al sol… te das cuenta de que estabas complicando innecesariamente el reto.

Está bien que alguien llegue y te recuerde que el dolor se puede gestionar desde otro lugar.

Seamos más sobrios.

El dolor sigue ahí, pero lo llevas con estilo.

Sin hacer una TRAGEDIA.

Ok, estoy comparando una actividad física voluntaria con un estado de ansiedad involuntario.

Pero cualquier cosa es susceptible de convertirse en una tragedia, si uno se lo propone.

La tragedia es una forma literaria dramática cuyos protagonistas se ven enfrentados de manera misteriosa, invencible e inevitable, a causa de un error fatal o condición de carácter, contra un destino fatal, generando un conflicto cuyo final es irremediablemente triste: la destrucción del héroe protagonista, quien muere o enloquece.

Todo muy poético.

Leo tragedias a diario.

Por un lado están los hechos.

Por otro lado, las capas de drama, florituras, victimismo, quejas, brillos, lentejuelas y sombras que la persona agrega a la experiencia.

«Rocío, llevo 10 años con ansiedad. Mi madre falleció y fue una pérdida dura. A partir de ahí se intensificaron mis miedos, que no logro controlar sin ayuda».

«Rocío, llevo 15 años (mete 5 de regalo), con este monstruo satánico paralizante de la maldita ansiedad. Mi madre falleció injustamente de una dura y larga enfermedad, ajándose poco a poco, en un hospital demacrado, de forma indigna por el trato demencial recibido por parte de los médicos, dejándome sola en el mundo y estoy hundida en la miseria desde entonces, nadie me apoyó, todo el mundo me dejó de lado y mi dura infancia me hizo ser una desgraciada sin esperanza, ayúdame!!!!!!!»

Vemos la diferencia, ¿no?

Ojo, no juzgo ni una ni otra actitud. El victimismo es una estrategia aprendida, la persona no lo hace conscientemente. El victimista se siente víctima.

Estamos hablando en términos de utilidad.

Si te acaba de dejar tu pareja y quieres de verdad hundirte, ser un auténtico amante despedazado, ponte canciones tristes de amor.

Draaaamaaaa.

El segundo testimonio está plagado de detalles descriptivos fantásticos para un novelista barroco o un cantante de baladas. Imaginas la escena y empatizas (o no) con el dolor de la persona.

Si quieres deprimirte bien. Si quieres salir de ahí, no tanto.

A veces hay que callar a la Drama Queen que llevamos dentro.

Porque se pasa de intensa, venenosa, melancólica y vibrante.

Haciéndonos protagonistas de una tragedia griega con un sino fatídico.

Cuidemos lo que nos contamos.

Actitud.

Un abrazo,

– Rocío

PD: Si quieres seguir poniendo conciencia a los procesos inconscientes que muchas veces nos impiden avanzar, pásate por mis sistemas aquí

Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

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