Me ha estado pasando algo curioso en consulta.
Siempre he padecido de las amígdalas y una vez al año como mínimo tengo faringitis, amigdalitis o similar.
Esta vez me ha costado más recuperarme y he estado días, semanas, con la voz tomada. Eso me hacía hablar más bajo y grave.
He observado que los clientes me acompasaban de forma natural y hablaban bajo como yo.
Algunos se daban cuenta, otros no.
Te prometo que en ocasiones acabábamos los dos susurrando. Me hacía reír.
Y esto, estando en lo que estamos, es una buena señal de calma.
Recurro de nuevo a la etología (la rama de la biología y psicología experimental que estudia el comportamiento de los animales en sus medios naturales) para explicarte por qué.
«Cause you and me baby ain´t nothing but mammals», como dice la canción.
Todas las especies que viven en manada tienen sus señales de calma.
A los animales no les gusta el conflicto, sobretodo el innecesario.
Si se tienen que enfrentar, se enfrentan, pero en general es un derroche de energía que necesitan para cazar, comer, procrear, etc.
Los conflictos equivalen a peligro, pueden causar daño físico y debilitan al grupo. Seguimos actuando para evitar extinguirnos.
Todo está calculado.
Madre Naturaleza.
Las señales de calma se presentan cuando aparece un estímulo externo (en nuestro caso también interno, por ej un pensamiento, una sensación) y el animal debe actuar.
Sirven para prevenir amenazas y conflictos, reducir la excitación propia y/o ajena y reaccionar antes miedos o sustos inesperados.
A través de estas señales los animales se calman a sí mismos cuando están estresados o inseguros, transmiten calma a sus iguales o simplemente les ayuda a acercarse para cooperar.
Los animales viven en un mundo de percepciones sensoriales. Especialmente visuales, olfativas y auditivas.
Son habilidades que nosotros hemos podido ir perdiendo poco a poco, mediatizados por el lenguaje verbal.
Por eso en mis sistemas te ayudo a desarrollar maestría en la agudeza sensorial. Para usarla a tu favor aprendiendo a dominar tu cuerpo y ajustar tus reacciones.
Como dice Turid Rugaas, conocida adiestradora,
«Fácilmente perciben detalles minúsculos: una ínfima señal, cualquier pequeño cambio en nuestro comportamiento, la expresión en nuestros ojos… Los animales de manada son tan perceptivos a las señales que un caballo puede ser entrenado para responder a las contracciones en nuestras pupilas y un perro para atender a una voz susurrante.»
En fin, como siempre, te animo a recuperar nuestra sabiduría animal.
Tanto para generar tu calma como para contagiarla a otros (gran ayuda en momentos de tensión).
No te voy a pedir que te lamas, que te eches al suelo con la barriga hacia abajo o que olisquees el suelo, pero sí que encuentres tu señal.
Puedes sonreír suavemente, bajar el tono de voz, moverte más despacio, hacer una respiración profunda, posar la mano en el estómago…
Si combinas estas señales con la reacción que quieres generar, estarás creando un potente y directo acceso a la calma.
Igual que en muchas ocasiones te ha frustrado saber que hay estímulos que activan la ansiedad en cuestión de segundos, puedes invertir el proceso para activar la respuesta opuesta.
Te cuento con detalle cómo encontrar tu señal de calma automática haciendo clic aquí
Un abrazo,