¿A cuál de estos te llevarías a una isla desierta?

Hoy había piedras en la playa.

Hecho objetivo.

Ni «puñeteras» piedras, ni «maravillosas» piedras, eso ya no sería objetivo.

Lo cierto es que eran un poco molestas para entrar al mar, tenías que andar con cuidado, pero nada que impidiera bañarte tranquilo.

Bueno, pues divertida observaba cómo, ante ese hecho objetivo, reaccionaban unos y otros.

Para uno, las piedras eran la oportunidad perfecta para no bajar a la playa. No le gusta la playa, pero tampoco le gusta admitirlo, así que hoy tenía para él una excusa ideal, «cuando hay piedras, no bajo». Dependiendo de la corriente hay más o menos, pues hoy había demasiadas. 

Otro estaba contento porque podía estrenar sus zapatillas nuevas, sus «aquashoes».

Otro lamentaba su suerte, «para tres días que tengo de vacaciones, justo hoy hay piedras».

Otra decía que le recordaba a su infancia. No sé si eso era bueno o malo.

Otra no quería bañarse.

Otra le daba todo un poco igual.

Tal cual te lo cuento.

Me preguntaba a cuál me llevaría a una isla desierta.

El caso es que este simple anécdota refleja lo que hacemos todos los días del año.

Tomamos hechos objetivos y los decoramos a nuestro gusto, condimentamos a nuestro antojo, según nuestra actitud y nuestras creencias.

Esto depende de nuestras experiencias previas y lo que fue castigado y premiado en el pasado. Y por eso, es totalmente moldeable.

Que sea moldeable es una magnífica noticia, pues tiene mucho que ver con el origen y el mantenimiento de la ansiedad.

Lo que vives no es importante, sino cómo lo vives.

Puede que esto ya te lo sepas, pero hay algo que te impide integrarlo en tu experiencia en algunas situaciones.

A veces es porque hay una serie de puntos ciegos, otras porque caemos en los trucos de siempre, propias del ser humano.

¿Te animas a retarlos?

¡Hazme una visita aquí!

Un saludo,

Rocío Lacasa




Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

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