Hacemos tooooda una serie de trucos para protegernos de aquello que nos hizo sufrir.
Hoy hablaba con una mujer que vivió experiencias de acoso en el colegio.
Sacó dos conclusiones:
“La gente es mala, no puedes fiarte, mejor vive preparado para defenderte”
“Tengo algo malo”
Y fue arrastrando esas dos creencias a lo largo de los años, cuando esos compañeritos ya no existen.
Lo curioso es que a pesar de que más tarde en el instituto y en la carrera, sus experiencias fueron distintas, con buenos amigos, los hechos no parecían eliminar o cambiar esas ideas.
Se habían convertido en parte de su mapa mental con el que se guiaba por la vida.
Vivía alerta, esperando la traición tras cada movimiento.
Agradeciendo que la aceptaran, aún “teniendo algo malo”, y adoptando una actitud sumisa como si les debiera algo.
Actitudes incluso contradictorias.
Tensión casi constante.
¿Qué le ayudó a ir soltando esa tensión?
Darse cuenta.
Tomar distancia y ser capaz de poner sobre la mesa esas ideas, y cuestionarlas.
Eso las hace menos tuyas.
Pero no es suficiente.
Lo importante es momento a momento, experiencia a experiencia, observar cómo se vuelven a poner en marcha las supuestas defensas, en forma de pensamientos, filtros, interpretaciones.
Uno tiene que seguir haciéndose fuerte para dejar de creer que necesita defenderse.
Es un camino, un proceso, y si quieres, te acompaño parte de él.
Un abrazo,
– Rocío
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