Te invito a hacer un viaje en el tiempo.
Accede a tu memoria y rebusca en tus recuerdos.
Y dime…
¿Cómo te sentías la noche antes de que viniera Papá Noel -o Santa Claus, o los Reyes Magos?
Es curioso cómo los niños usan su imaginación para alimentar la ilusión de estos personajes.
Escriben la carta de deseos.
La familia finge, actúa.
Se ponen galletas y vino y agua para los renos o camellos.
Los padres lo usan como amenaza («si no te portas bien, no te traerán regalos»).
Y hay muñecos, películas y fotos del gordito de rojo por todos lados.
Es típico que los niños te cuenten que escucharon algo, incluso que alguien entró en su habitación. Que lo vieron por la ventana.
Es bonito.
Y ahora, me gustaría que trajeras otro recuerdo.
¿Cómo supiste que era una mentira?
¿Cómo supiste que tus padres, o la sociedad te habían contado una historia que no era real?
¿Te lo dijo alguien?
¿Lo viste o escuchaste tú?
Pues eso mismo me gustaría que hicieras con otras muchas creencias que son MENTIRA.
Puede que fueran bienintencionadas.
Creencias que te inculcaron en la infancia y que hoy sigues viviendo como ciertas.
Creencias sobre quién eres, sobre cómo funcionan las cosas o sobre quién puedes llegar a ser.
Bullshit.
A veces somos como niños. Alimentamos ilusiones.
Creemos escuchar o ver datos que confirman nuestras ideas, y nos mantenemos en esa fantasía.
Coge ahora una de esas creencias que te limitan y date cuenta de que es como seguir creyendo en Papá Noel. Ya no lo necesitas. Ya no tiene sentido.
Como decíamos el otro día, «suéltalo».
Somete a prueba tus ilusiones infantiles.
Un abrazo,
– Rocío.