Te invito a crear hoy aquí conmigo un espacio de calma.
Puede ser ahora o más adelante.
Antes de ponernos a ello, te recuerdo algo.
Hay veces que de estar mal, con futurismos mentales negativos, energía baja y desesperanza, a estar bien, confiando en que es posible, sonriendo y con ganas de hacer, hay un paso.
Es un paso muy sutil.
No es una puerta pesada de aluminio llena de cerrojos y códigos secretos. Es más bien una puerta deslizante, traslúcida, que permanece abierta.
En un simple «venga, vamos».
En un chasquido de dedos puedes decidir cambiarlo todo.
Y empezar a crear.
Moviendo tu energía, limpiándola y expandiéndola de pies a cabeza.
Luego pueden volver tus automatismos y patrones. De hecho, volverán.
Pero no pasa nada. De nuevo, te das cuenta, y chasquido.
Para que esto suceda, tiene que haber un trabajo personal. Pero un trabajo que da sus frutos, cuando toca.
Vamos a comprobar cómo puedes hacerlo.
No importa que la sensación dure unos minutos. O unos segundos. Sólo quiero que la sientas.
Entonces, puedes tomar ahora una respiración consciente, profunda, y darte cuenta de tu cuerpo. Y darte cuenta de tu energía. No hablo de niveles metafísicos o espirituales. Hablo de tu energía vital, que emana de tus dedos, de tus ojos al leer, de tu pecho al respirar.
Gracias.
Y coge esa energía y, por un momento, llévala a tus labios, a las comisuras de los labios, y sonríe ligeramente.
Sólo quiero que sientas el momento presente.
Mantén la sonrisa y respira consciente.
Si no lo consigues ahora, prueba más tarde, crea un ambiente relajado y concéntrate.
La paz está hecha de estos pequeños momentos.
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Un abrazo,
Rocío Lacasa