Ayer estuve en una cena muy divertida.
Éramos un grupo grande de españoles y americanos, que conocí ese mismo día. Primero tomamos un aperitivo de pie.
Como suele ser habitual, al preguntarme en qué trabajaba, uno de ellos me dijo,
«¡Bueno! Pues te tengo que presentar a mi novio, tiene TOC y lo pasa fatal. Pero es muy cabezota y no cree en los psicólogos, así que no sé si te va a hacer mucho caso».
Ahí quedó la cosa, pero empecé a observar al susodicho.
Era amable, dulce, educado.
Hablaba distendidamente con los demás, sonreía, escuchaba con atención y hacía comentarios ingeniosos.
Hasta que llegó el momento de la cena.
Empezó a hacer cosas raras.
Su rictus cambió en el acto.
Creo que quería sentarse en un sitio concreto, en un lado de la mesa, pero los demás no se daban cuenta.
Otro cogió ese sitio y él se puso tenso diciendo que estaba él primero.
El otro pareció interpretarlo como una grosería.
Se puso a leer la carta y alguien le interrumpió con preguntas y comentarios sobre la comida.
Él lo ignoraba y no levantaba la vista del menú.
No tengo ni idea de lo que le pasaba por la cabeza, pero intuyo que estaba en pleno trance.
Cuando trajeron la comida, tras haberle hecho varias indicaciones al camarero, empezó con rituales más obvios.
No habló en toda la cena, no participó de la conversación que antes parecía disfrutar tanto, ni sonrió.
Era otra persona.
Y yo pensaba en el calvario que estaba viviendo en ese momento.
El miedo que le estaba poseyendo era superior a sus ganas de agradar.
Estoy segura de que varios de ellos se quedaron con una mala impresión.
«Este es un borde», «qué tío más antipático», «parece que no quería estar con nosotros», etc.
Esta es una de las cosas que tienen que vivir las personas con ansiedad en muchas ocasiones.
Falta de libertad para ser quienes son realmente, con cambios de personalidad incoherentes a lo que quieren compartir con los demás, desalineados de sus valores.
Sintiendo vergüenza, culpa e incomprensión.
No quise abordarle en ese momento, pero tras la cena hablé con él, hablamos del estrés que tenía el trabajo y le recomendé ver mis videos. Una buena manera de empezar a comprender que puede vivir de otra manera.
Si tuviera que elegir un mensaje que dar a las personas que están pasando por eso, es que tiene solución.
Que hay que probar y probar, comprometerse y estar dispuesto a cambiar.
Sólo hay que empezar a caminar, desde la confianza, la paciencia y la humildad. Para recuperar tu esencia y vivir la vida que elijas vivir.
Miles de personas se han recuperado con mis sistemas, puedes verlos haciendo clic aquí Un abrazo,