no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?
– Alejandra Pizarnik, poetisa
Es increíble cómo a veces una simple palabra puede suscitar todo un tsunami emocional.
Hoy un cliente me contaba que había estado obsesionado con su ex. Le obsesionaba el grado de obsesión al que había llegado.
¿Qué significaba aquello?
¿Estaba loco?
¿Quería decir que no amaba a su actual pareja?
Tras practicar Calma Generalizada se dio cuenta de algo.
Cuando pensaba en ella, no recordaba su cara.
No recordaba su olor, ni su voz, ni su tacto, ni su sabor.
Simplemente se le aparecía el nombre en la mente.
«LARA».
Una L, una A, una R y una A fugaces eran capaces de despertar una angustia que podía durar horas.
Había elaborado tremendo montaje mental, encadenando recuerdos, sensaciones, ideas y abstracciones, sin ser consciente de ello.
Curiosamente, al darse cuenta, se deshizo el embrujo.
No necesitó meses de terapia analizando el tipo de relación, si había una dependencia tóxica o si tenía que ver con la relación con su madre.
La obsesión se esfumó.
Porque hay un momento en que experimentas los pensamientos como humo.
Si soplas con suavidad, desaparecen.
Pierden su poder.
El problema aquí no era el pensamiento, sino todo el proceso que desencadenaba después.
Cuando comprendes cómo funciona la mente y en qué consiste el malentendido, sucede la magia.
Te invito a experimentarlo pulsando aquí
Un abrazo,
– Rocío