La trampa de la corazonada

¿Cómo tomar «buenas» decisiones?

Y hablo de grandes decisiones, como dejar tu trabajo, y de pequeñas decisiones, como si ir a esa cena o no.

Está en auge un paradigma Nueva Era que te anima a seguir los dictados de tu corazón.

Te anima a seguir «señales» que guíen tus decisiones.

Precioso.

Incompleto, quizás.

¿Cómo sabes que en un momento dado te está dictando tu corazón y no tu miedo? ¿O tu idea de que «no puedes»? ¿O tu cansancio? ¿O tu hambre? ¿O alguna creencia irracional heredada de tus padres sobre lo que está bien y lo que está mal?

Vamos a tomar perspectiva.

Es imposible separar el sentir del pensar.

Sientes algo con fuerza y crees que eso te está hablando de la realidad.

Cuando sólo te está hablando de tu pensar sobre la realidad.

Hay química, hay energía, y también hay pensar.

Las corazonadas son pensadas. Sentidas, sí, pero también pensadas.

Las intuiciones son pensadas. Sentidas, sí, pero también pensadas.

Hicieron un estudio de cómo tomaban decisiones los jurados en Reino Unido. Y resultó que influían variables como los niveles de azúcar en sangre. Encontraban más inocentes después de comer (cuando los pensamientos van más lentos, por ej). Los miembros de un jurado hacen mucho uso de la «intuición», además de los hechos y pruebas. Quizás algunos se confundan. No me quiero poner intensa pensando en lo que supone esto….

El ojo clínico se desarrolla tras haber visto cientos de casos. No por una intuición elevada.

Una persona en un proceso de ansiedad, tendrá varias veces la intuición o la corazonada de que algo va a ir mal.

Si se fía de ello, querrá no salir de casa. Ni que su familia salga de casa.

Una persona desconfiada, tendrá varias corazonadas de que le están engañando.

Se equivocará muchas veces, y la vez que acierte dirá «¿lo ves? no te puedes fiar de nadie».

Una persona que odia su trabajo, tendrá la intuición de que le espera una vida apasionante fuera de ahí.

Y quizás esté idealizando a través de un futuro imaginario.

O no, no lo sabemos.

Es lo que tienen las decisiones.

Que te falta información del futuro.

Por eso es una decisión.

Hay que seguir la intuición, claro que sí.

Las entrañas son sabias.

Pero muchas veces hay que hacerlas caso precisamente haciendo lo contrario de lo que te sugieren.

¿Cuándo?

Cuando estén guiadas por pensamientos de baja calidad.

En mis sistemas ofrezco el modelo de los Tres Cerebros para explicar cómo funcionamos.

Cerebro racional. Haces caso a tu cabeza.

Cerebro emocional. Haces caso a tu corazón.

Cerebro corporal. Haces caso a tus tripas.

Una buena decisión pasa por los tres. Una mala, también.

Otra cosa es que te des cuenta. Y aquí está la clave.

Si sólo haces caso a tus tripas, y tus tripas están asustadas, estás olvidando que no hay nada que temer a nivel racional.

Si tu corazón está dolido, estás olvidando que el daño estaba creado por tus pensamientos.

Crees que decides de corazón, o por intuición, pero siempre hay pensamientos de por medio.

Los sentimientos, las sensaciones, no son barómetros de la realidad. Tampoco del futuro. Son barómetros del pensamiento.

Los sentimientos, las sensaciones, no son barómetros de la situación, del futuro o de las personas.

No quieren decir nada más que lo que piensas sobre ello.

No se trata sólo de ser mental, en absoluto, sino de unir las tres sabidurías.

Que dialoguen el adulto (datos, hechos), el padre (valores, creencias) y el niño (ilusiones, deseos, miedos) que llevamos dentro.

Para acompañarte en el proceso te invito a que practiques mi sistema haciendo clic aquí

Un abrazo, de cabeza, de tripas y de corazón,

– Rocío

Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

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