Algunos tienen la idea equivocada de que su reto es estar siempre “bien”.
Y que estar “bien” es permanecer siempre tranquilos, como la seda, sin que nada les afecte.
Se frustran a la primera de cambio, pensando que un momento de nervios, es que “ya ha vuelto la ansiedad”.
Falso.
Hoy me decía una cliente que se sentía muy frustrada porque pensaba que tenía un “problema a arreglar» y que estaba creando impaciencia constante. Se daba cuenta de que desde ahí, sólo alimentaba el proceso.
“No quieras empujar el río”, le decía.
Lo interesante es que se daba cuenta de cuando se perdía en esa burbuja.
Recordaba que de pequeña sentía la misma impaciencia cuando, por ejemplo, tenía gripe.
Como si su sistema inmune fuera a trabajar más rápido por estar pesando “venga, venga, quiero estar bien YAAAA”, y cuantas más veces se pusiera el termómetro antes llegaría la curación.
Citando de nuevo a Antonovsky, recordamos que la salud no es un estado de equilibrio pasivo (“paz, ven a mi”), sino un proceso inestable, de autorregulación activa y dinámica.
Me desequilibro – me equilibro – me desequilibro – me equilibro…
Mi desequilibrio es parte de mi equilibrio.
El principio básico de la existencia humana no es el equilibrio, sino el desequilibrio.
Antonovsky tomó prestado el concepto de entropía de la termodinámica, para explicar la tendencia de los organismos humanos a perder su estructura organizada…
…así como a la capacidad de reordenarse de nuevo.
La desorganización y la tendencia hacia la entropía está omnipresente en el organismo humano, como en cualquier otro sistema.
La pérdida de equilibrio es un proceso natural y omnipresente.
Encontrar el equilibrio también.
Si quieres, te ayudo a ayudar a tu organismo a hacerlo cada vez mejor.
Piérdete, para encontrarte.
Un abrazo,
– Rocío
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