Mi hermano Iñigo pensaba en ti al escribir este texto.
Te recuerdo que mi motivación para crear mis sistemas de recuperación fue ver a mi hermano fuera de si.
Pero sobretodo sentirme frustrada al no poder ayudarle.
«Llegué a soñar con que un cirujano me abriera la cabeza y me extirpara del cerebro la parte que crea ansiedad.
Creía con firmeza que debía tener una deformación o algo extraño en el cerebro.
Tantos intentos de cambio sin éxito no podían ser normales.
Deseaba con todas mis fuerzas aniquilar a la ansiedad para siempre. Asesinar sin piedad a esa hija de p… La peor enemiga que parecía querer destruirme la vida.
Bastante bondadoso había sido ya intentando ir por las buenas. Estaba harto de ser el poli bueno. Ahora el plan era encontrar un arma de destrucción masiva.
Detonar el botón rojo cuanto antes. Ansiaba hacer explotar esa bomba atómica para barrer de mi mente todo el miedo que tanto me repugnaba.
Sólo pensar en ella me producía arcadas. Le tenía total asco porque odiaba el hecho de sentir mi cuerpo-mente como un zulo oscuro y minúsculo, sin salida.
Ya parecía imposible escapar.
Esta estrategia despertó una arrogancia agresiva que fomentó las peleas internas conmigo mismo.
Estaba lleno de rabia, odio y frustración.
Más de una vez me puse una almohada en la cara para gritar. Más de una vez lloré de la impotencia.
Lo que más ilusión me hace es cuando alguien no se cree todo lo que te acabo de contar.
Algunos creen que exagero o incluso me lo invento para vender más. Mis padres cuando empezaron a leer estas historias, me preguntaban…
“¿cómo no dijiste nada?”
“¿en serio estabas tan mal?”.
¡Mamá, te robaba dinero del bolso para ir al psicólogo y para comprar suplementos!
Mucha gente me ve ahora y les parece increíble. No terminan de encajar a esa persona con la de ahora.
Lo escondía tan bien… con una máscara “bonita” porque sabía que nadie me entendería.. o peor aún.. que me dejarían de lado y terminaría solo.
Y cuando no tenía fuerzas para mantener la máscara, simplemente mentía y desaparecía.
Pensaba “quién quiere estar al lado de alguien tan débil e inseguro”.
Ahora, hay algo que creen menos aún.
Creo que la ansiedad es el mejor regalo que me ha dado la vida.
Gracias a ella se despertó un hambre profundo por encontrar verdades.
El camino me ha regalado momentos imposibles de describir. He descubierto realidades que nunca habría podido imaginar.
He saboreado la belleza absoluta que es estar vivo.
He descubierto quién soy realmente y para qué estoy aquí. He sacado de mi vida a toda la gente tóxica. He construido relaciones con personas buenas y evolucionadas que me enseñan cómo vivir más sano y en paz.
Mira, te aseguro que si fuera por mi, no contaría nada de esto. Me gusta mucho la privacidad y paso de la realidad Gran Hermano.
Podría estar tranquilo calladito con mis nuevos cambios y evoluciones. Pero eso es el camino fácil. La comodidad es agradable hasta que termina aburriendo e incluso doliendo.
Sé que conectas conmigo.
Somos iguales.
Estamos en el mismo camino.
La vida nos dio un “susto de muerte” y ahora buscamos la libertad.»
Íñigo y yo decidimos dedicar nuestra vida a ayudar a personas que no están pudiendo acceder a su calma, claridad y confianza innatas.
Descúbrelo en https://hermanoslacasa.com/sistemas/
Un abrazo,
– Rocío Lacasa