El entrevistador me preguntaba qué miedo suele haber detrás de la ansiedad social.
¿Qué le pasa por la cabeza a una persona que se pone nerviosa, muy nerviosa, en reuniones, fiestas o citas?
Está claro.
Miedo al rechazo.
Yo también lo tengo.
Y no por nada, no soy sospechosa de tener ansiedad, sino porque es un miedo natural.
Un miedo universal.
Un miedo ancestral.
Lo heredamos de nuestros antepasados y está relacionado con la supervivencia de la especie.
Quien era rechazado del grupo, de la tribu, se quedaba aislado y en peligro.
Imagínate.
Desterrado.
Teniendo que cazar y dormir solo.
La tribu más cercana podía estar a kilómetros de distancia.
Además, quien no era atractivo sexualmente, tenía menos probabilidades de tener descendencia.
Por aquel entonces, el rechazo era una amenaza REAL.
Hoy en día, las reglas han cambiado.
Si te rechaza alguien, tienes muchas más oportunidades de encontrar nueva tribu.
Pero lo mejor, es que no tienen por qué rechazarte, la mayoría de veces está en tu cabeza. Esa mirada, ese gesto, esa respuesta al móvil, no era un rechazo. Quizás lo interpretaste como tal porque el miedo distorsiona nuestra percepción.
Y como te digo, si lo era, si llegan a rechazarte, no es tan terrible.
¿O sí?
Si tu respuesta es «sí, claro, por supuesto, es terrible», será lógico que lo vivas con ansiedad.
A nadie le gusta ser rechazado, obviamente. No es agradable.
Pero tampoco terrible.
Habrá personas que hayan vivido maltrato en la escuela, o hayan tenido unos padres hípercríticos, o parejas tóxicas, que lo hayan vivido como una experiencia muy aversiva. Puede que hayan sufrido una barbaridad. Empiezan a ver a los demás como enemigos en potencia, como amenazas con ojos y patas, a punto de hacerles daño de nuevo.
Pero incluso ellos pueden darse cuenta de que el mundo está lleno, lleno, de personas deseosas de estar en su compañía, de aceptarles incondicionalmente, de quererles tal y como son. Sólo hay que encontrarlas y abrirse a disfrutar. Esas personas también necesitan «hermanos» y «hermanas», aliados, cómplices, camaradas, con las que compartir la vida.
Si quieres abrirte, relajarte y vivir con paz, te animo a que descubras cuáles son los mecanismos innatos que te llevan a ello haciendo clic aquí
– Rocío