A estas alturas puede que tengas claro que los psicofármacos no son el antídoto para la ansiedad.
Pero tampoco son la encarnación del mal.
Muchas personas me dicen que no quieren empastillarse porque no quieren manipular su química cerebral.
Y yo les pregunto «¿tomas café? ¿fumas? ¿comes chocolate?»
No hay una sola civilización que no haya tenido sus psicofármacos. Opio, cocaína, té, setas, alcohol… Sustancias químicas que atraviesan la barrera hematoencefálica, llegan a la neurona y la modifican. Parece que a los humanos nos va la caña. Siempre buscando formas rápidas de escapar de la realidad.
Es cierto que el consumo de antidepresivos y anisolíticos se ha multiplicado los últimos años. El Lorazepam es el nuevo opio del pueblo. Muchas personas que los toman podrían mejorar prescindiendo de ellos. Pero otro grupo de personas puede beneficiarse de la ciencia, si lo hace con cabeza.
Los fármacos no matan. Igual que las pistolas no matan. Hay que saber gestionarlas y eso siempre pasa por estar bien informados.
No te fustigues por haber tomado o estar tomado medicación. Es contraproducente. Dale el espacio justo dentro de tu recuperación.
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Un saludo,
Rocío Lacasa