Estamos conectados con el miedo desde lo más hondo.
Comprobado hoy observando a mi hija de 3 años.
Ha gritado asustada al ver un murciélago entrando en su habitación.
«¡¡¡No me gusta el pajarito!!!», gritaba llorando.
No sabe qué es un murciélago, todavía no ha asociado esa especie con nada negativo o amenazante.
Pero es negro, volador, torpe (se chocaba) y peludo.
Un periquito no le genera la misma reacción.
No hay un proceso racional detrás.
Hay un programa inscrito en nuestras raíces que conectan con la supervivencia más neandertal.
Y eso es fantástico.
El miedo es un tesoro.
Si mañana te pones a observar todas las situaciones en las que te conviene sentir miedo, podrás conectar con la gratitud hacia él.
Y con su sentido más puro.
El problema es cuando se distorsiona, a través de experiencias y malentendidos, la relación con el circuito del miedo.
Una persona puede empezar a temer al miedo y eso es precisamente lo que lo mantiene activo.
¿Qué necesitas para perder miedo al miedo?
Tener confianza en la confianza.
¿Cómo?
Desde la mente y también desde el cuerpo.
Tu mente por supuesto, pero quizás sobretodo tu cuerpo tiene que sentir que puede confiar.
En momentos de pánico la cabeza va por un lado y el cuerpo por otro. Se necesita crear seguridad en ambas frecuencias, si no, el proceso de calma es incompleto.
Te cuento cómo entrenar y fortalecer los circuitos de la confianza y el coraje aquí.
Un abrazo,
Un saludo,
Rocío Lacasa