Cómo hacer el pino te sintoniza con el canal de la calma

Ayer hablaba con mi íntima amiga Carmen.

Vive en Toronto y la última vez que vino a Madrid me sorprendió haciendo una enrevesada postura de yoga en mi salón.

«Wow», le dije.

«Hace un mes era impensable que estuviera haciendo esto», me respondió.

En unos meses ha convertido su cuerpo (y su mente) en su aliado. Ahora se pasa el día haciendo el pino en cuanto puede.

El Yoga le ha ayudado tremendamente en su camino de superación constante.

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He aprendido mucho de mi con esto.

Sobretodo con esa postura que tanto te cuesta porque te obliga a salir de tu zona de comfort y hacer algo a lo que no estás acostumbrado. Tal vez te cuesta, es un reto, pero te llena porque te aporta.

En la vida igual: cuando salimos de nuestra zona de comfort y nos enfrentamos a nuevas situaciones, muchas van a ser difíciles y todas nuevas, por lo tanto retadoras.

Superar un reto es algo gratificante… veo cómo he avanzado en tal o cual postura y me invade una satisfacción brutal.

En la vida igual (trabajo, una ciudad nuevas, amigos nuevos, lo que sea.)

Pero no conseguir el resultado esperado tampoco tiene que ser algo malo y negativo (oh! No puedo hacer esta postura, qué mierda… no!!), sino algo de lo que podemos aprender (por qué no puedo, cómo progreso, qué y cómo aprendo por el camino).

En la vida igual: con un trabajo nuevo, una nueva City, nuevos contactos…

Otra cosa que me gusta: los cambios más significativos se consiguen de poco en poco, luchando por ellos, poniendo empeño, no desistiendo nunca.

Mi profesora cuando estoy en una postura retadora y ve que quiero soltarla, me dice «espera, nada es eterno, resiste, un poco más».

En la vida igual, puedes aguantar un poco más, nada es eterno, todo cambia, puedes esperar.

Además, observas tu cuerpo, las posturas, tus aparentes límites (porque luego se extiende a más de lo que imaginabas).

En la vida igual: cuanto más observas, mejor actúas… me imagino que porque te da tiempo a pensar en vez de actuar por impulso.

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En fin, que en una sesión de yoga, en un paseo a caballo o en un vino un sábado por la noche puedes aprender igual o más que en una sesión con tu terapeuta. Y lo digo yo, que lo soy.

La cuestión es estar abierto.

Observando.

Poniendo el foco en todo lo que te hace crecer, avanzar (desplazándolo así de todo lo que te limita).

Ya sea leyendo sobre psicología o cocinando pollo al chilindrón.

En lo que pones tu atención, incrementa en tu experiencia.

¿Qué experiencias quieres estar creando?

Abre bien los ojos y sintoniza los oídos al canal de la calma.

En mis sistemas te guío y explico cómo generar aprendizajes y experiencias calmantes que equilibren tus sistemas internos. ¿Te vienes? Haz clic aquí

Un abrazo,

– Rocío

Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

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