Momento ideal.
Pues te digo que al final lo cerré un poco agobiada, con ganas de contarle otro cuento.
Se titula «Una Casa Segura».
Es una familia de osos que hacen un recorrido por cada rincón de su casa, explicándote qué peligros hay.
Un total de 55.
Van haciendo un repaso de todos los accidentes domésticos que pueden pasar.
Al bebé oso se le cae un cuadro encima. Del fuego de la chimenea saltan chispas. Los cordones de las cortinas te pueden ahogar. El horno abrasa. El osito de nuevo se da un golpe en la cabeza con la esquina de la mesa. Y se cae de la litera. Se medio ahoga en la bañera. El otro se resbala. Y encuentran unas setas venenosas en el jardín.
Así hasta 55.
Un delicioso paseo por Casa Oso.
Por supuesto patrocinado por una tienda que vende artilugios para la casa.
Práctico pero excesivo.
Sólo les faltaba titularlo «Una Casa Insegura».
Acabé con un tic en el ojo.
Te lo digo un poco en broma, pero lo que sí me hizo pensar es que muchas personas viven así desde que se despiertan hasta que se acuestan.
Y en sueños.
Filtrando desde todo lo que puede ir mal.
Demasiado conscientes de los potenciales peligros, que evalúan como muy probables.
Los visualizan como si estuvieran sucediendo.
Y eso lógicamente, activa todas las alarmas internas.
De forma crónica.
Caldo de cultivo para la ansiedad generalizada.
En lo que pones tu atención, incrementa en tu experiencia.
Si buscas peligros, los encuentras. Si los piensas como muy probables, los sientes como reales.
Es una forma de estar ante la vida.
La persona puede no saber que hay otra manera de defenderse ante la realidad.
Una cosa es ser inconsciente, negligente y temerario. Otra es poder soltar, despreocuparte y confiar.
La realidad se relaja.
Puedes preparar tu casa para que sea segura, pero confiando en que es segura.
La clave es darse cuenta de los mecanismos que subyacen tu mapa mental y reorganizarlos para calmar tu experiencia. Te cuento cómo dar el paso en mis sistemas haciendo clic aquí