«Tú no eres el problema. El problema es el problema.»
– Yo
Lo que encuentro a veces en consulta es que la persona sabe incluso más que yo de psicología.
Conoce todas las técnicas, escuelas y teorías.
Pero sigue con ansiedad.
¿Qué necesita entonces?
Motivación y fuerza para cambiar.
Creer y sentir que puede. Que no hay nada intrínseco en ella que le impida ser distinta.
En ese momento se acabó hablar de «herramientas». No soy ferretera.
Mi labor pasa a ser generar el deseo de cambio.
Si fueras un coche, el deseo es el acelerador. El miedo es el freno.
Muchas veces, cuando sientes que estás acelerando, salta el impulso de frenar. Y así, parece que vas a trompicones.
Puede ser porque no te sientes capaz de ser una persona fuerte y segura.
O puede que dejar de tener ansiedad, paradójicamente te asusta.
Puede aparecer la querida prima «Ysi», haciéndote preguntas tipo «¿y si no lo consigues?», «¿y si tienes que vivir así siempre?», que pisan de nuevo el freno.
Todo suele suceder en las profundidades del inconsciente.
Te animo a que dediques el día de hoy a pensar por qué y para qué quieres cambiar. Para por unos momentos, en un lugar donde nadie te interrumpa, ponte en modo avión, y conecta con ello.
Para que haya acción, tiene que haber motivación.
Recuerda que la motivación no es un rasgo de personalidad. Es un estado que se puede generar y mantener.
Igual que la fuerza de voluntad.
Vamos a por las dos preguntas mágicas:
1. ¿Por qué y para qué quieres cambiar?
2. ¿Cómo te sentirás cuando lo estés consiguiendo?
Háztelas a diario.
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Un abrazo,
– Rocío