Porque la ansiedad es un papelón que actúas.
Desde la semana pasada estoy haciendo un experimento.
Bueno, llevo haciéndolo mucho tiempo pero he estado forzándolo un poco.
Estoy saliendo conscientemente de mi papel, de mi guión, de mi personaje, de mi automatismo.
Busco oportunidades para hacerlo y me observo.
Ejemplo 1: Tuve un impulso de mandar un mensaje a una persona. Detecté el impulso. Mi reacción habitual es filtrarlo llevándolo a la mente. Desde ahí me digo cosas como «tú no eres de mandar ese tipo de mensajes», «tú no eres impulsiva», «¿seguro que es lo más adecuado?» o «mejor piénsalo y esta tarde lo mandas». Ese es mi patrón cómodo. Y mi vi dándole a enviar al segundo siguiente. Pim, pam. Fue curioso, porque me sentí incómoda. Pero viva. Más conectada a mis tripas.
Ejemplo 2: Se me coló alguien en la fila del súpermercado. En muchos eso genera una respuesta de ira, porque tradicionalmente el que llegaba más tarde se quedaba sin comida. A mi, normalmente (y si no voy con prisa), no suele importarme, sobretodo si veo que es alguien mayor o que lleve poca compra. Soy como muy pacífica y paciente en ese sentido. Slow life. (¿Quizás hace mil años habría muerto de hambre? No creo, habría reaccionado distinto). Esta vez era una señora mayor (no demasiado) y llevaba un par de cosas. Para mi lo cómodo era dejarla pasar. Habría supuesto 1 minuto de diferencia. Me habría dicho algo tipo «qué más da, no tengo prisa» o «me gusta ser amable». Pero salí de mi papel y dije, sonriendo (levemente), «disculpe, estaba yo». Incómodo pero estimulante.
Dos simples situaciones cotidianas que pueden suponer una profunda transformación.
Tu cerebro se da cuenta de que puede cambiar. Sin peligro de morir.
Porque cuando no queremos cambiar y caemos en los automatismos de siempre es porque una parte de nosotros nos alerta de que es extremadamente peligroso. Activa la misma respuesta física-mental-emocional que ante una amenaza de vida o muerte.
La ansiedad nace del personaje.
Si te mantienes en él, la ansiedad campa a sus anchas.
La de veces que leo al día «como soy ansioso/a… esto y lo otro».
Desde ahí, mal vamos.
No le dejes seguir el show.
Por eso hay que ponerlo constantemente en observación. Y repito, observación, no juicio.
Detectar tus patrones y des-automatizarlos. Desde el juego y la aceptación, no desde la lucha y la resistencia.
No se trata de esforzarte en no caer en lo de siempre, sino en probar nuevas formas de reaccionar antes las cosas. Sabes que hay formas distintas (y más efectivas) de responder ante los retos y si no lo haces es porque estás sobre-identificado con tu papel.
Porque poder, puedes.
Quizás el primer cuarto de segundo tu reacción sea la de siempre, al cerebro le da pereza cambiar, pero tienes libertad para controlar el siguiente eslabón.
Des-identifícate de la ansiedad, des-identíficate del personaje ansioso.
¿Te animas a probar?
Encuentra la oportunidad.
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– Rocío