Antes de nada, ¿qué entendemos aquí por un pensamiento negativo?
Un pensamiento que te hace sentir mal, sensaciones incómodas.
Porque uno puede pensar «soy imbécil», siendo supuestamente negativo, pero no le importa si no se considera imbécil.
Y otro puede pensar «soy guapo», siendo supuestamente positivo, y no sentirse bien, al no creer que sea cierto.
Esto va a ser algo que hablaré los próximos días. Porque tiene mucha chicha.
Hoy te cuento que igual que hay actitudes que aceleran tu transformación, hay hábitos que pueden suponernos «obstáculos». Pueden profundizar el malentendido.
1. Evitar o rechazar los pensamientos
Muchas veces nos asustamos de tener ciertos pensamientos. Cuando su contenido es desagradable, ya sean imágenes impactantes, palabras y frases hirientes o sensaciones incómodas, es lógico que queramos no pensar en ello o rechazarlo.
Pero aquí la lógica no funciona, o no se basa en los principios que solemos creer.
Queremos dejar de pensar en eso YA. Sabemos que eso no funciona, porque lo único que hace es darle más poder. Cuanto más desees no pensar en eso que te desagrada o asusta, más fuerte aparecerá en tu mente. Si conectas con ello, compruebas que puedes tolerarlo y que sólo es una imagen o palabra. No tienes que evitarla o rechazarla, sólo percibir lo que es.
2. Asumir la Ansiedad como Condición de Vida o Como Algo Inevitable
La tristeza te permite tomar un tiempo de descanso y recogimiento para digerir algo que te ha dolido.
La rabia te puede impulsar a actuar cuando lo necesitas.
El miedo te mantiene alerta en momentos en los que te conviene tener todos los sentidos agudizados para protegerte.
Es cuando estas emociones exceden en intensidad o duración cuando se convierten en emociones tóxicas.
Una ansiedad ligera en ciertas situaciones de riesgo real es saludable. Vivir con ansiedad en situaciones cotidianas y seguras, no lo es.
No se trata de eliminar o rechazar emociones, sino de regularlas. Se trata de observar si están cumpliendo una función útil en ese momento. Para decidir si una emoción está siendo beneficiosa o desproporcionada, puedes preguntarte: «¿me está ayudando sentirme así en estos momentos?»
Puedes estar con preocupación ante una situación importante.
Pero si sientes que el malestar es demasiado intenso, que te bloquea, y la preocupación se convierte en obsesión, ansiedad intensa, pánico o terror, tienes una clara señal de que tu cabeza está creando películas muy alejadas de lo que tienes delante.
Y lo más importante: QUE TE LAS ESTÁS CREYENDO.
No tienes por qué vivir para siempre con la ansiedad como compañera. De hecho, no ES una compañera o no compañera. Uno hace o no hace ansiedad.
Todos vivimos momentos de confusión, días malos, con altos y bajos extremos, pero podemos hacer que sean cada vez más leves y pasajeros.
3. Culparte por Estar Pensando en Negativo.
Cuando estás inmerso en un proceso de cambio, puedes estar exigiéndote tener más claridad, más calma y más confianza, en casi cualquier situación.
Entonces, en momentos bajos, te culpas por no estar avanzando todo lo que «deberías».
No pierdas de vista que esto es un PROCESO, que siempre supone avanzar, incluso cuando parece que retrocedes.
Habrá momentos en los que te sientas controlado por los pensamientos, o sin fuerzas para buscar soluciones, y no pasa nada. Es parte de este proceso natural de cambio. No añadas presión queriendo controlar desde el castigo o la culpa. Eso te aleja de tus metas de éxito (emocional, físico y mental).
Date tu tiempo, prémiate por cualquier cosa por insignificante que te pueda parecer y háblate con cariño y ternura. Practica la compasión, tan curativa y calmante.
Además de estas actitudes, es básico, como te digo a menudo, cambiar tu relación con el pensar. Seguimos mañana. Te lo explico a fondo en mis sistemas, puedes verlos pulsando aquí, a través de experiencias transformadoras que integras en tu vida.
Con esto y un bizcocho, nos vemos mañana a las 8.
Un abrazo,
– Rocío