¿Por qué c**%&$**s no podemos tomar el control absoluto de nuestras decisiones?
¿Por qué quiero hacer una cosa y luego me sale otra?
Porque somos humanos. Ni más ni menos.
Es mejor que lo aceptes. Y desde ahí, podrás conocerte, amarte y retarte.
Un cliente llega «destrozado porque le han vuelto a traicionar.»
Acabamos preguntándonos:
«¿Te han vuelto a traicionar o has vuelto a sentirte traicionado?»
Sabemos que él ve las relaciones personales como un «conmigo o contra mi».
Ve traición donde no la hay.
Los otros son aliados o enemigos.
Lo sabe, sí. El esquema de desconfianza domina sus ideas e interpretaciones.
Pero, si se da cuenta, ¿por qué no puede evitar repetir el patrón?
Sí puede evitarlo, le explico, pero necesitamos entrenar el patrón alternativo. Lleva 40 años transitando la misma carretera. Y eso al cerebro, le encanta. Somos criaturas de hábitos, y este es uno más.
Es como el Mito de Sísifo, que hizo enfadar a los dioses griegos por su astucia. Como castigo, fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente un roca por la montaña. Cuando llegaba a la cima, la roca volvía a caer rodando hasta el valle, donde la recogía y empujaba de nuevo hasta arriba y así indefinidamente.
Freud lo definió como compulsión a la repetición.
Me encanta este concepto, tan humanoide.
Freud explicaba por qué el hombre puede tropezar 40 veces con la misma piedra.
Tenemos la tendencia a repetir patrones y esto tiene que ver con la famosa zona de confort. Más que de confort prefiero hablar de la zona conocida. Repetimos lo que conocemos desde pequeños. Nos da seguridad. En palabras de Freud, «la situación traumática originaria es revivida, repetida, y revivenciada como situación presente.» Con situación traumática se refiere a los conflictos de la infancia. Los repetimos con intención de resolverlos.
Padre frío, busco parejas frías. O todo lo contrario.
Madre sobreprotectora, busco figuras de protección. O todo lo contrario.
Si ves la típica peli del asesino en serie o violador de turno suele haber flashbacks de una infancia cruel. O de una infancia llena de regalos, cariños y ausencia de límites.
Pero ojo.
La infancia nos condiciona.
Pero no nos determina.
Por supuesto que puedes empezar a divisar la piedra y dejar de tropezar con ella.
O idear una manera de que la roca no vuelva a caer por la ladera.
Si enfocas tu pasado como una fuente de aprendizaje, tu realidad cambia.
Te aseguro que no todos los niños maltratados son futuros maltratadores.
Eso nos haría a todos víctimas de nuestras circunstancias.
Cuando podemos ser creadores.
La clave es tomar conciencia y diseñar y entrenar nuevas rutas alternativas, más adaptadas a la realidad y a quien eres ahora.
Tienes un enorme potencial, sólo necesitas recordar que eres un creador.
Un abrazo,
– Rocío
PD: Si quieres saber cuáles son las creencias y actitudes de un creador, entra aquí