Cuando destapas la venda que está cegando la calma…
…y las nubes grises de la confusión se despejan…
…lo normal es que se te salten las lágrimas.
Porque esa liberadora comprensión despierta un profundo respeto y agradecimiento hacia la ansiedad (ahora que por fin te sientes FUERTE ante ella).
Créeme, casi siempre pasa.
Haces las paz-es con esa parte de ti, porque ahora sabes de corazón cuál es su verdadera misión:
Protegerte de la irremediable muerte.
La ansiedad te ha mantenido a salvo hasta hoy (aunque no te sintieras de esa manera).
Hónrala.
Ámala.
Dale las gracias.
Y ella cumplirá su función, pero sin vivir atrapado en una celda de aislamiento.
Una vez los barrotes se han disuelto, puedes viajar a donde quieras, porque si pudiste salir de ahí, puedes entrar en casi cualquier sitio, con seguridad.
Creer que estás destinado a vivir encarcelado, es creer que eres culpable de algún crimen, y déjame asegurarte que eres inocente.
Todos esos “crímenes” que te montaste en la cabeza, en el fondo sabes que no existían. Por eso puedes darte permiso para abrir la puerta y pasear a tus anchas.
Sé que puedes hacerlo (más que nada porque he visto a cientos de personas – con casos peores que el tuyo – superarse con creces… aunque eso no quiere decir que tu caso sea una tontería, ni mucho menos, pero no me vengas con que no puedes, por favor).
Incluso estoy convencida de que podrías sin ayuda.
Sólo confiando en ti.
Así sin mas.
Igualmente, si aun así quieres que te acompañe, y te explique paso-a-paso cómo abrir la puerta, te animo a que pruebes sin riesgo uno de mis sistemas de recuperación en https://hermanoslacasa.com/sistemas/
Por tu libertad,
Rocío Lacasa